Opinión
agosto 2016

Nicaragua: ¿democracia autoritaria o dictadura familiar?

La ola de reformas políticas tendientes a acallar a la oposición, las relaciones con las clases dominantes y la postulación de la mujer de Daniel Ortega a la vicepresidencia del país, muestran un panorama crítico para Nicaragua

Nicaragua: ¿democracia autoritaria o dictadura familiar?

Entrando en una nueva etapa política

El 8 de junio de 2016, la Corte Suprema de Justicia de Nicaragua, controlada por el presidente Daniel Ortega, le quitó la personería jurídica al único partido de oposición, consiguiendo, de tal manera, que ese partido no pueda participar en las elecciones de noviembre de 2016. Días después, el Consejo Supremo Electoral, controlado también por Ortega, destituyó a los diputados opositores elegidos en el 2011, eliminando el último vestigio de oposición en la institucionalidad del país. El 4 de junio Ortega canceló la participación electoral de los observadores nacionales e internacionales.

Finalmente, el pasado 2 de agosto, el presidente Ortega anunció que su esposa, Rosario Murillo, será su compañera de fórmula en las elecciones de noviembre. Ante la gravedad de estos golpes y hechos políticos cabe la pregunta: ¿Nicaragua está cayendo bajo el poder de una dictadura familiar? Estos hechos son una señal de que Nicaragua no ha superado sus excesos políticos.

Las medidas de Ortega han encaminado al país hacia una nueva etapa basada en una reconfiguración política en función del bloque en el poder, constituido por la alianza de la nueva clase con el gran capital local más el capital extranjero presente en el país. La gran incógnita es cómo y quiénes conformarán el comando operativo del gobierno en el futuro inmediato. Ortega no tiene aliados o enemigos permanentes: sólo tiene intereses permanentes. Su gobierno es la expresión del conjunto de las distintas fracciones de la clase dominante. Sin embargo, las disputas que estas están desarrollando de forma larvada no permite entender con claridad quiénes integran el nuevo comando de poder en el bloque gobernante.

A continuación esbozaré las principales características del país entre 2007 (año en que Daniel Ortega alcanzó la Presidencia) y este año. Esto nos permitirá analizar con mayor rigor la situación del país y su política:

  1. En 2015, el PIB alcanzó la cifra de 12.692,5 millones de dólares. El PIB per cápita fue de 2.026,7 dólares.
  2. Se aumentaron las importaciones en detrimento de la industria nacional, hoy casi inexistente. Crecieron las exportaciones a menor ritmo, el déficit comercial aumentó más y se volvió crónico.
  3. Hay crecimiento macroeconómico, pero se incrementó la desigualdad social, se mantuvo altos los niveles de pobreza y no se alteraron las condiciones estructurales de la exclusión social.
  4. Se priorizó la política asistencialista, pero no se transformó el modelo económico.
  5. Las remesas familiares siguen siendo el mejor programa social del país: los pobres que emigraron les envían dinero a los pobres que se quedaron.
  6. 80% de las personas en edad de trabajar se encuentran en la informalidad laboral.
  7. Los niveles de educación siguen sin mejorar. Existe un alto grado de deserción escolar a nivel de primario, secundario y universitario.
  8. Toda la industria local que abastece el mercado interno tiene un nivel de productividad sumamente bajo en términos regionales e internacionales; por lo tanto, depende de los salarios bajos para subsistir.
  9. Los trabajadores que reciben sueldo formal representan apenas 25% de la población económicamente activa (PEA).
  10. En este contexto, preocupa la inserción laboral femenina. Las mujeres más jóvenes tienen dificultades para conseguir trabajo formal, salvo en la zonas francas, por el nivel de escolaridad, asociado a la pobreza y a la maternidad temprana.
  11. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la productividad por trabajador en Nicaragua es de 3.500 dólares. La productividad por trabajador en Costa Rica es 5,7 veces mayor a la productividad por trabajador en Nicaragua.
  12. Los préstamos de Venezuela provenientes de PDVSA bajaron de 435 a 309,4 millones de dólares entre 2014 y 2015.
  13. Entre 2008 y 2015 el gobierno Ortega recibió de Venezuela 3.612,7 millones de dólares en el marco del acuerdo petrolero.
  14. Datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) indican que casi 80% de los nicaragüenses habitan en viviendas que no cumplen los estándares mínimos de habitabilidad.
  15. Los principales problemas de la población son: empleo, bajos ingresos y alto costo de la vida.

Nicaragua: ¿democracia autoritaria o dictadura?

Entre 2007 y 2015 se desarrolló un círculo aparentemente virtuoso (en realidad perverso) por el cual el dinero venezolano, las remesas crecientes, el lavado de dinero, los altos precios internacionales de los commodities y las ganancias especulativas inflaban el consumo interno del país. El proceso se desarrollaba a través de los gastos estatales (incluyendo los gastos militares), la tecnología celular, el desarrollo eléctrico, las actividades comerciales y el desarrollo de los productos agrícolas de exportación (azúcar, maní, tabaco, palma africana) y provocaba, a su vez, un aumento de la especulación financiera.

Sin embargo, el funcionamiento de ese mecanismo produjo un círculo vicioso por el cual las ganancias extraordinarias de los bancos y la sobrecarga financiera comprimieron la economía productiva (por los altos intereses), hecho que a su vez deterioró el desarrollo económico. Actualmente, nos encontramos al inicio de la declinación de un ciclo económico y el comienzo de una desaceleración de los niveles de crecimiento del capitalismo rentista y de compadrazgo en Nicaragua.

En esta primera etapa floreciente, la prosperidad y la gobernabilidad autoritaria del sistema no solo reanimaron la voracidad de las elites locales sino que además «aburguesaron» al núcleo central de la nomenclatura dominante en una casta parasitaria rentista y se integraron con la tradicional clase dominante, con los sectores depredadores del medio ambiente y con los miembros de la «lumpenburguesía» del capitalismo local buscando al mismo tiempo diferenciarse de la clases bajas.

Los medios de comunicación concentrados han cumplido un rol decisivo en este proceso al inyectar ilusiones en un espacio fértil debido al alto desempleo, la pobreza y el costo de la vida; asociando justicia social con el despilfarro y corrupción de la nueva clase. Este brote de irracionalidad forma parte de un fenómeno más amplio de permitir el autoritarismo para facilitar el enriquecimiento de diferentes sectores: nueva clase, burguesía tradicional, oligarquía y banqueros.

El gobierno de Ortega ha significado un giro hacia la derecha en el arco político nacional, al transformarse en defensor del neoliberalismo en alianza con la vieja oligarquía. Durante su mandato se han realizado transferencias de ingresos hacia las elites económicas que por su magnitud y velocidad no tienen precedentes en la historia económica del país.

Las clases dominantes nicaragüenses operan como una suerte de «lumpenburguesía» depredadora altamente destructiva. El fenómeno de «lumpenización» de la clase dominante forma parte de un proceso más amplio de ascenso del parasitismo como componente hegemónico del sistema capitalista local que, por supuesto, incluye también la hipertrofia militar, la narco-economía, el consumo suntuario de las elites y su plataforma productivo-comunicacional.

La «lumpenburguesía» y los diferentes sectores de la clase dominante apoyan al gobierno de Ortega y sus prolongaciones económicas y culturales porque creen que el autoritarismo implementado extirpará por completo la memoria histórica de la revolución social de 1979 y bloqueará para siempre el surgimiento de alternativas antisistémicas.

Las memorias colectivas subterráneas que se reproducen de manera invisible pueden converger con nuevas formas de crítica y de lucha práctica hasta conformar un proceso social en ascenso. Dicha posibilidad no debe ser descartada. La evolución de la crisis económica global y regional abre esa perspectiva. Sin embargo, la elite dominante tratará de utilizar al máximo su último recurso: la fuerza militar y la represión.

La clase dominante tradicional ha logrado la rendición negociada de los principios originales del «sandinismo histórico». El proceso se ha desarrollado a través de una sofisticada trama envolvente de presiones directas e indirectas, anzuelos seductores y vía libre al enriquecimiento inexplicable de la nomenclatura. Se trata de un juego típico destinado a someter a la mayoría de los altos funcionarios a una dinámica de asimilación al sistema, empezando por sus fundamentos ideológicos progresistas hasta llegar a su extinción estructural.

Para 2017 se avizora un escenario económico de profundización de la concentración económica y centralización del capital, el afianzamiento del agronegocio para la exportación y el desmantelamiento de una multiplicidad de sectores de la pequeña y mediana empresa y, como resultado de ello, un deterioro del mercado de trabajo, un incremento del empleo informal y la migración de jóvenes.

Detrás o debajo de la crisis política y social, del estancamiento de la oposición, del desinterés relativo de Washington por lo sucede en Nicaragua, del incremento del autoritarismo del gobierno y de la corrupción que atraviesa todos los niveles, de arriba abajo, late otro país que se viene gestando en las luchas sociales aisladas pero constantes.


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