Entrevista
mayo 2016

«El gobierno de Santos es claramente neoliberal»

Entrevista a Jorge Enrique Robledo

El gobierno de Santos, el proceso de paz y la lucha de la izquierda.

<p>«El gobierno de Santos es claramente neoliberal»</p>  Entrevista a Jorge Enrique Robledo

Usted ha sido particularmente crítico del gobierno de Juan Manuel Santos. Sin embargo, y quizás por el contraste con el gobierno precedente de Álvaro Uribe, la administración Santos ha logrado instalarse en el imaginario colectivo internacional como un gobierno moderado o del centro político. ¿De qué manera ha logrado esa imagen el gobierno de Juan Manuel Santos?

En principio, creo que habría que mencionar un dato ineludible y es que Juan Manuel Santos ha logrado una buena imagen porque su grado de sometimiento a las transnacionales y a las potencias económicas, empezando por Estados Unidos y la Unión Europea. Este sometimiento es absolutamente inédito y fenomenal. En la Revista Semana, el 12 de febrero de 2010, Santos fue capaz de decir: «Yo soy pro estadounidense». Hoy la noticia en El Tiempo, el principal periódico de mi país, es que Colombia ya ha pasado 15 de los 23 comités de la Organización Mundial del Comercio. Es decir que solo nos restan ocho comités para ingresar en la OMC. Eso solo puede conseguirse por el grado de sumisión que ha mantenido el gobierno. Todo este proceso ha provocado que las potencias centrales instalen un discurso positivo sobre el gobierno de Santos, utilizando, claro, el proceso de paz. Y en este punto yo quisiera ser muy claro: soy partidario del proceso de paz, defiendo una política para el acuerdo y el diálogo, para que por fin no haya más violencia en Colombia. Pero repruebo que ese proceso, que es encarado por muchas fuerzas políticas democráticas, sea utilizado para presentar a Santos como algo que no es.

Por lo tanto el gobierno de Santos no se desmarca de la vía neoliberal

Juan Manuel Santos es un neoliberal furibundo que se ha atrevido a hacer cosas que nunca nadie había hecho en Colombia.

¿Cómo cuáles?

Por ejemplo, aprobar una ley de tierras que está diseñada para entregarle dos o tres millones de hectáreas que eran de los campesinos a los inversores extranjeros. O incluirnos en todos los tratados de libre comercio. Ahora anunció en Washington que va a llevar a Colombia al Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP) y los documentos oficiales del Gobierno de Colombia dicen que el TPP le va a hacer un daño extraordinario al azúcar, a la panela, a los biocombustibles, a la palma, entre otros productos. El carácter rabiosamente neoliberal de Santos es tan impresionante que está por sacar adelante un tratado de libre comercio. En un país de muy reconocidos representantes de los intereses de las transnacionales, Santos los está superando a todos.

Usted se ha opuesto en reiteradas oportunidades a muchos tratados de libre comercio a los que diversos gobiernos de su país han sido proclives. ¿Cuáles son las razones por las que fundamenta su oposición? ¿Cuáles son las consecuencias que llevan a este tipo de tratados de libre comercio a América Latina?

Debo decirle que esto se fundamenta, básicamente, en razones de índole práctica. Estamos realmente muy impresionados de lo extraordinariamente pernicioso que ha resultado el libre comercio para los países de la región. Los diversos tratados de libre comercio, como el TPP y el Acuerdo sobre el Comercio de Servicios (TISA), pueden dañar fuertemente la economía colombiana. Para dar una sola cifra: cuando empezó el libre comercio en 1990 en Colombia, el país importaba 700 mil toneladas de alimentos. El año pasado importamos 11,4 millones de toneladas de alimentos. Es decir que se está destruyendo el aparato agropecuario pero también el industrial. Hay un fuerte deterioro de la calidad del empleo, se produce la desnacionalización de la economía y se provoca destrucción ambiental. Realmente en el caso de Colombia es pavoroso lo que está sucediendo.

En el año 2001 usted formó parte del famoso paro agrícola acompañando a los campesinos. Además ha estado muy involucrado en los asuntos del campesinado y de la gente que trabaja la tierra. ¿Cuál es la situación del campesinado colombiano al día de hoy?

Primero, debo precisar que yo respaldé el paro agrario organizado por el gremio Dignidades Agropecuarias, pero no lo lideré aunque, como usted dice, yo llegué al Congreso por mis luchas agrarias. La situación, para darle una respuesta, es hoy dramática. Hace algo más de un mes el presidente Santos realizó una baja de aranceles contra el frijol y contra los aceites. A ello hay que sumarle la del azúcar. Toda esta baja es gratuita y se produce sin intercambiar nada en el mercado mundial. Por lo tanto, la situación es extremadamente grave. Y, aunque diga que estas políticas durarán seis meses, me temo que las dejará de forma permanente. Todos los indicadores agrícolas son terriblemente malos. Existe, claro, un cierto repunte estadístico porque mejoró la cosecha cafetera pero la situación actual se mantiene al borde de la hambruna. En el último año las importaciones aumentaron en más de un millón de toneladas. Es decir, nos están desplazando del mercado.


Senador, usted ha defendido el proceso de paz. ¿Cómo ve esta nueva negociación del Paz Colombia?

Antes de darle mi impresión sobre el tema específico, quisiera recordarle a los lectores que cuando creamos el Polo Democrático tuvimos una consigna muy clara: no a la lucha armada y sí al proceso de paz. Por lo tanto, lo único que nosotros estamos respaldando del actual gobierno es esta política. Si usted me pregunta si soy optimista o no, le digo que tengo la impresión, ojalá no me equivoque, de que las FARC están muy cerca de tomar la decisión política de abandonar la lucha armada y, si finalmente toman esa decisión, se abrirá un nuevo tiempo. Ojalá sea pronto, porque también las cosas se han alargado, pero es necesario que tengamos paciencia porque, tal como yo lo entiendo, el proceso de paz implica una medida ineludible y es la eliminación de las armas. Pedimos que esas armas de la ilegalidad desaparezcan todas, sin excepción, y que no sean recuperables. Y que quienes están en esa ilegalidad se reintegren con todas las garantías democráticas a la vida ciudadana.

Usted siempre perteneció a una izquierda que rechazó la lucha armada. El Movimiento Obrero Independiente Revolucionario (MOIR) no se alineaba ni con Cuba ni con la Unión Soviética. Es decir, mantenía una postura de izquierda diferente a muchas otras que reinaban o primaban en América Latina por aquellos años. Sin embargo la izquierda democrática colombiana nunca parece terminar de cuajar. Quería preguntarle a qué atribuye esa incapacidad de la izquierda colombiana.

Le agradezco la pregunta ya que, como tocó temas pasados de la izquierda, quisiera decir que el MOIR, en el cual yo comencé a participar políticamente, fue uno de los muchos grupos de izquierda que nacieron en Colombia en los años setenta. El MOIR tenía tres puntos característicos que son muy interesantes de recordar: no a la lucha armada, no a la Unión Soviética ni a ninguna potencia extranjera y sí a un acuerdo con sectores del empresariado, al que en esos días se llamaba la burguesía nacional. Lo que planteábamos, en definitiva, era un proceso de independencia nacional y de soberanía nacional. En esos mismos términos seguimos pensando dentro del Polo Democrático. Ahora bien, lo que usted dice en relación a los difíciles avances de las fuerzas de izquierda o democráticas colombianas, es absolutamente cierto. Yo diría que puede haber muchas razones, pero que ha sido determinante esta tragedia de la lucha armada. Medio siglo de tragedia, de todos los horrores de la violencia, de un mensaje a la sociedad que esta, con mucha razón, no acepta: la idea de que esto se va a resolver con balas.

Por eso, aún cuando nosotros y yo diría casi toda la izquierda en Colombia no ha estado en este proceso violento, la derecha nos ha metido en el mismo saco. Esa identificación entre izquierda y violencia ha pesado bastante y nos ha impedido avanzar más fuertemente. Sin embargo, algo es cierto: hoy somos una fuerza política importante a la que ya no pueden restarle importancia.

Entonces, como una fuerza creciente, ¿cuáles son las perspectivas que usted ve para el Polo Democrático?

Yo soy muy optimista en relación con el Polo Democrático. Nosotros tuvimos una crisis muy grave que casi nos liquida, por el horror de la alcaldía Samuel Moreno. Ahí, en esa alcaldía, sucedieron cosas que no podían haber sucedido, que nos avergüenzan y que nuestros adversarios políticos han aprovechado para golpearnos. Sin embargo, logramos sobrevivir a ese proceso. En este momento yo soy muy optimista. Hace un año realizamos el congreso del Polo Democrático, que implica una elección interna, en donde participaron casi medio millón de colombianos. Esto demuestra que en quinientos municipios de Colombia tenemos fuerza política. Somos parte de la lucha y somos la principal fuerza de la izquierda democrática colombiana. Es decir, hemos ido logrando consolidar este proyecto con perspectivas a futuro.


Jorque Enrique Robledo es líder del Polo Democrático de Colombia.



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