Puerto Principe, la desconocida
Nueva Sociedad 120 / Julio - Agosto 1992
Provinciano llegado a los 16 años por primera vez a esta capital, era para mí la Gran Ciudad. En mi provincia, en los años 50, había en total siete automóviles particulares y 12 camionetas que realizaban el servicio hacia y desde Puerto Príncipe... Por ello, al llegar a la calle principal de la capital me impresioné: el tránsito, los carteles luminosos, la cantidad de gente en las calles, la hermosura de los patios, prados y colores de las casas de los barrios ricos. La impresión que me produjo Puerto Príncipe no ha sido borrada ni por la modernidad de La Habana, que descubrí saliendo de Haití, huyendo de la dictadura de los Duvalier a principios de los años 60, ni por la grandiosidad de México a donde fui a parar; ni por lo fastuoso, trepidante y ordenado, las grandes avenidas, los magníficos monumentos de París, Moscú, Montreal, Nueva York.