Opinión

No todo está perdido en la guerra contra las fake news


mayo 2018

77% de los colombianos cree que la información que recibe por redes sociales sobre las elecciones de este año es falsa. Estamos frente a una crisis de confianza en donde la sinergia de ciudadanos empieza a tomar protagonismo para combatir fenómenos como las fake news.

<p>No todo está perdido en la guerra contra las fake news</p>

Este arículo forma parte del especial «Elecciones Colombia 2018: despolarización y desinformación», producido en alianza con democraciaAbierta.


El 77% de los colombianos cree que la información que recibe por medio de redes sociales sobre las elecciones presidenciales de este año es falsa, de acuerdo a la encuesta «Percepciones y Opiniones acerca de Internet en Colombia», hecha por el Centro Nacional de Consultoría (CNC).

Paradójicamente, el 76.5% de la población entre los 18 y 45 años usa sus redes sociales y los medios digitales para informarse de lo que está pasando en la campaña presidencial. El 51% de ellos reconocen que lo que consumen en estas plataformas digitales puede influir en su decisión de voto el 27 de mayo próximo.

Este panorama sugiere que podemos encontrarnos con un importante sector de votantes confundidos, bombardeados por mucha información no verificada y que al final pueden apartarse del ejercicio democrático de emitir su voto libre e informado. O, peor aún, de encontrarnos con ciudadanos sumidos ante tal desconcierto de no saber qué es verdad que empiezan a sentirse «en situaciones de anarquía, lo cual produce un terreno abonado para el populismo y la mano dura», como señala Edward Schumacher-Matos, experto en marketing digital político.

Pero, ¿qué hacer, si a pesar de las experiencias en Reino Unido con el Brexit, las pasadas elecciones de Estados Unidos y el plebiscito por la paz en el país, la magnitud de este problema parece seguir creciendo?.

Medios de comunicación tradicionales

Según el Proyecto de Opinión Pública de Latinoamérica LAPOP 2016, solo el 35% de la gente confía en los medios de comunicación. Cada vez menos personas creen que son validadores de opinión confiables y son pocos los que realizan algún ejercicio activo para desmentir las noticias falsas que ellos mismos han reproducido. Las personas terminan confiando más en la información que les dan conocidos o familiares, corriendo el riesgo de que posiblemente esta información no ha sido curada ni verificada, pero que sí es compartida y difundida por muchos.

En las elecciones de Estados Unidos, por ejemplo, se vio una verdadera batalla entre los productores de fake news y los medios más grandes, consolidados y confiables de ese país como The New York Times o el Washington Post. Más de un analista considera que las noticias falsas se impusieron en esa disputa considerando los resultados de esos comicios conocidos por todos.

Clickbait político

El clickbait es como se denomina al contenido que circula en la web basado en titulares sensacionalistas o sobre temas escandalosos capaces de atraer enormes cantidades de clicks y publicaciones compartidas en redes sociales. Esta es la dinámica sobre la que se divulgan y viralizan las fake news. La información publicada intenta afectar a las personas desde lo emocional para provocarle una reacción.

Esto es un fenómeno descrito por el sociólogo francés Pierre Bourdieu de la siguiente manera: «En la cultura de los fast thinking, cuando estos están atenazados por la urgencia o el miedo, no pueden pensar». Así, en un escenario de contienda presidencial, por ejemplo, se pueden afectar las decisiones electorales del ciudadano, quien terminaría tomando su decisión como una reacción a una información falsa y no producto de la reflexión.

Falacia del falso dilema

Es aquí donde una de las consecuencias más importantes de las fake news se hace evidente. Generalmente este tipo de información tiene como objetivo desacreditar a un contendor de la carrera electoral mostrando a una facción o a un candidato como la opción «mesiánica» que va a evitar que el otro haga lo que la noticia falsa denuncia. En este sentido, se pone al elector a escoger entre dos únicas opciones bajo la falsa dicotomía de que uno de ellos es el que genera el problema y el otro es el que puede evitarlo. Con esto, además, otras opciones políticas válidas son pasadas por alto porque esta dinámica impone una disputa entre dos opciones polarizadas.

Pero cómo pinta el panorama si por un lado existe un bajo compromiso de sancionar este tipo de prácticas por parte de las campañas políticas, y por el otro, las grandes plataformas digitales como Facebook o Twitter han demostrado tener grandes problemas para controlar la difusión de estos contenidos, es justo aquí donde el papel de las iniciativas ciudadanas toman protagonismo. En este sentido, Seamos Democracia Digital y Change.org han lanzado una iniciativa llamada #SiFueraPresidente en la que, a través de una plataforma web y de una red de alianzas, se conectan organizaciones y ciudadanos con los candidatos presidenciales para que ideas co-construidas y apoyadas por miles de ciudadanos puedan ser parte de los planes de gobierno del próximo presidente del país. Los candidatos acogen las propuestas ciudadanas con las que más se conectan y así generan el compromiso de incluirlas en su plan de gobierno si llegan a resultar electos en la presidencia de Colombia.

La iniciativa parte de la apropiación que las organizaciones hacen de nuevas formas de participación ciudadana apalancadas especialmente en herramientas tecnológicas y redes sociales. Desde #SiFueraPresidente se impulsan y pueden impulsar causas relacionadas con ámbitos muy diversos como medio ambiente, salud, educación, derechos de los animales o cultura, entre muchas otras, y no vienen patrocinadas por partidos políticos o personalismos. Todo acompañado de una estrategia de comunicación que, además de impulsar la participación informada, amplia la difusión de las causas y las conecta con ciudadanos que se comprometen con ellas. Así se produce una fidelización con la propuesta independientemente del candidato que la acoja. Por ejemplo, para un ciudadano que busca la protección del agua, es más importante que esta causa llegue a instancias de poder independientemente de quién sea la persona que se comprometa en llevarla.

Por otra parte, están los denominados prosumidores y potenciales prosumidores, que son quienes no se conforman con el rol pasivo de consumir la información que les dan las campañas -verdadera o falsa- sino que buscan confrontar opciones para tomar la decisión que más les parezca conveniente. Sobretodo quieren y buscan generar una relación bidireccional con los políticos, ya que sienten que estos optan porque los escuchen y no escuchan a su contraparte que es la sociedad civil. Prueba de ello es que solo el 37% de los entrevistados en la encuesta del CNC siente que los candidatos escuchan sus propuestas. Analistas sostienen que es por esto que aparecen figuras como Donald Trump o iniciativas como la del Brexit o la campaña por el No en el plebiscito por la paz que saben responder a estas demandas y les hacen creer que los entienden y escuchan.

Es por esto que iniciativas como #SiFueraPresidente tratan de cerrar esa brecha de desconexión que tienen los políticos con los ciudadanos, aprovechando los beneficios en términos de conectividad, participación y acceso a la información que ofrecen las redes sociales y plataformas digitales. Asimismo se busca reducir la polarización que empaña el ejercicio democrático y no permite una participación real y a consciencia.

Si bien es sabido que las fake news tienen un alcance importante, la intención de iniciativas como #SiFueraPresidente es generar confianza entre ciudadanos, independientemente de su filiación política, de la manera más amplia, plural y participativa. Es una propuesta que sale de toda la lógica tradicional de participación e interacción política y apuesta por seguir creciendo y llegar a la mayor cantidad de participantes que sea posible. Esto lo demuestran los más de 93.600 apoyos que las propuestas de la plataforma han generado.

Si bien es posible que gran parte de los ciudadanos que participan ya tengan definido su voto, esta también es una herramienta útil y veraz que permite a los indecisos formar posiciones con criterios sobre las propuestas de los candidatos y no por especulaciones sobre este.

Parte de la polarización que produce la difusión de fake news refuerza imaginarios colectivos sobre la izquierda y la derecha en el país, o estereotipos alrededor de uno u otro candidato. El ejercicio de comprometerse con propuestas que rompen con estos preconceptos lleva a elevar el nivel de la discusión en las redes sociales sobre una postura y otra.

Nos espera mucho trabajo

Si bien es cierto que el reto para acabar con este tipo de prácticas es grande y que aún sigue siendo mayor el impacto que tiene la desinformación en los electores, iniciativas cívicas de fact checking o de participación bottom-up (de la ciudadanía a los políticos) son indispensables para ir cambiando el tono y las formas en las que las personas se vinculan con la política.

También es importante ser capaces de generar contenidos que sean igual o más llamativos que las denominadas noticias falsas. Que contengan información verificada, de utilidad para el ciudadano, y que no por eso deje de ser interesante. El desafío es enriquecer los contenidos sobre los que se desarrolla el debate, en cualquiera que sea el ámbito, con información que permita a los prosumidores tomar mejores decisiones. ¡Se puede competir con las fake news!

Creemos que las nuevas plataformas digitales y el uso de dispositivos electrónicos son una oportunidad que tienen las organizaciones de la sociedad civil para articularse. Estamos frente a una crisis de confianza de la que deben salir soluciones desde los ciudadanos. La mayoría de las personas son, cuando menos, escépticas de los medios de comunicación, de los políticos, de lo que leen y les comparten. Es ahí donde esta sinergia de ciudadanos empieza a tomar protagonismo. Esa es la apuesta que tenemos las organizaciones y así también, el camino que debe tomar la ciudadanía frente a prácticas que, aunque no son nuevas, sí han sido reforzadas por el escenario caótico del internet.

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