Opinión

El Caribe, China y la geopolítica de las vacunas


abril 2021

¿Cuál es el secreto del éxito de las campañas de vacunación rápida en muchos países del Caribe? Ser el tercero cuando otros dos se pelean.

El Caribe, China y la geopolítica de las vacunas

Para los pequeños Estados insulares del Caribe, la diplomacia de las vacunas es la clave para superar la pandemia de covid-19. A pesar de que su población apenas es equivalente a la de un barrio de la ciudad de San Pablo, países como Granada o Antigua y Barbuda son Estados soberanos y, como tales, tienen representantes y voto en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como los tienen Brasil o México. Sumados, los 14 países de la Comunidad del Caribe (CARICOM) tienen más votos que toda América del Sur. La crisis actual muestra cómo esta soberanía estatal se puede convertir en un suministro de vacunas con el que los países más grandes solo pueden soñar.

Por ejemplo, Dominica (no confundir con la República Dominicana, que es mucho más grande): con sus 70.000 habitantes, esta isla había recibido, ya a principios de febrero, 70.000 dosis de vacunas provenientes de la India. Mientras tanto, China le envió más dosis de vacunas. El país tiene la epidemia bajo control como casi ningún otro: hasta ahora, ni una sola muerte; la cantidad de infectados es 161, no por semana, como en las islas vecinas de Guadalupe y Martinica, que pertenecen a Francia, sino en total desde que comenzó la pandemia.

No todos los Estados insulares del Caribe presentan un balance tan espectacular como Dominica. Sin embargo, muchos pueden sacar provecho de la competencia internacional desatada por la diplomacia de las vacunas. Barbados ha recibido de la India 100.000 dosis de vacunas como donación; se enviaron 40.000 dosis de vacunas a Antigua y Barbuda y más a otras naciones de la CARICOM. No son grandes cantidades para un país como la India, pero en los pequeños Estados insulares cubren una parte sustancial de la población adulta. Barbados ya ha vacunado a más de 20% de sus habitantes y se pretende llegar a principios de mayo con toda la población vacunada. Ahora mismo se está barajando la posibilidad de ofrecer luego vacunas a los turistas.

Numerosos Estados caribeños se aprovechan desde hace tiempo de la competencia entre Taiwán y China. Cinco de los únicos 15 países del mundo que reconocen a Taiwán como Estado y mantienen relaciones diplomáticas con él pertenecen al Caribe. Estos son Belice, Haití, Santa Lucía, San Cristóbal y Nieves y San Vicente y las Granadinas. A cambio, pueden contar con préstamos y expansión de WLAN, obras públicas y programas para cursar estudios en Taiwán. Con el comienzo de la crisis del covid-19, a esto se sumaron mascarillas, tests rápidos y respiradores con etiquetas adhesivas en las que se leía «Taiwán ayuda». Sin embargo, el propio Taiwán depende de las importaciones para elaborar vacunas. Con el fin de compensar esta deficiencia, ya se están prometiendo generosos programas para la reactivación económica posterior a la pandemia. Desde 2016, Panamá, República Dominicana y El Salvador cambiaron de bando y ya no reconocen a Taiwán, que deberá afrontar algunos costos para evitar una reacción en cadena.

Cuando se trata de entregas de vacunas, China juega a fondo: República Dominicana cortó sus relaciones con Taiwán hace tres años. Ahora, un avión chino aterrizó en Santo Domingo con un millón de dosis de vacunas a bordo. La puesta en escena en el aeropuerto tuvo una grandiosidad análoga: fotos con banderas chinas al descargar la carga y discursos que hablan de amistad y solidaridad. O el caso de Guyana, que hace poco había permitido a Taiwán abrir una oficina comercial. Beijing no disimuló su enfado. Y tras haber «corregido» este error unas semanas atrás, el presidente de Guyana, Irfaan Ali, recibió de Xi Jinping, por teléfono, la promesa de 20.000 dosis de la vacuna Sinopharm.

Casi simultáneamente a la entrega china de millones de dosis a República Dominicana, llegó también al Caribe el primer suministro de la iniciativa multilateral COVAX, en la que la Unión Europea tiene una participación sustancial: 14.000 dosis de vacunas entregadas a Jamaica el 15 de marzo. Si bien COVAX puede tener, con el tiempo, un impacto significativo, por el momento sus entregas son tardías y exiguas.

Estados Unidos también se unió a la iniciativa COVAX bajo la presidencia de Joe Biden, si bien las vacunas estadounidenses hasta ahora han tenido solo un papel secundario en el Caribe. Sin embargo, a medida que avanza la rápida campaña de vacunación en el país, esto puede cambiar en unos pocos meses, cuando Estados Unidos se convierta en un exportador de vacunas excedentes. De momento, no obstante, la dinámica de la campaña de vacunación en Puerto Rico y las Islas Vírgenes de Estados Unidos muestra el papel periférico de estos territorios caribeños de propiedad estadounidense: su tasa de vacunación todavía es inferior a la de Georgia, el último de los 50 estados de la Unión.

Los demás territorios no soberanos del Caribe tampoco tienen casi posibilidades de llevar adelante una activa diplomacia de las vacunas. En las Antillas Neerlandesas o los departamentos franceses de ultramar reina la escasez europea de vacunas. Si bien la conexión con las metrópolis promete acceso a servicios sociales y de salud superiores, del «primer mundo», las islas se encuentran en la inusual situación de mirar con envidia la realidad de la vacunación, a menudo significativamente mejor, de sus vecinos independientes. Mientras que Argentina, Bolivia y México también usan vacunas de Rusia, estas hasta ahora no han llegado al Caribe: ni siquiera a San Vicente y las Granadinas, el primer país de la región en aprobar la vacuna Sputnik V.

La gran singularidad en la diplomacia de las vacunas del Caribe es Cuba. El gobierno socialista no importó vacunas, a pesar de que podría haberlas obtenido, sin dudas, de China o Rusia. Por el contrario, La Habana se juega por entero al autoabastecimiento. A pesar de la crisis económica generalizada, la tecnología médica y la biotecnología siguen siendo sectores modernos y eficaces. El gobierno se enorgullece de que Cuba sea el único país latinoamericano que ha desarrollado sus propias vacunas. La más avanzada (Soberana 2) se encuentra actualmente en la fase 3 de prueba con 44.000 personas en Cuba y otro grupo de prueba en Irán. Si estas pruebas tienen éxito –tal como se espera–, la campaña de vacunación a escala nacional podrá comenzar en el segundo trimestre.

Y luego está la gran esperanza: que la vacuna cubana sea un éxito de exportación y una fuente de divisas. Se producirán 100 millones de dosis para fin de año, según lo anunciado. Ya se ha filmado un vídeo que invita a los extranjeros a pasar sus vacaciones en Cuba «con sol, playa y vacunación». Por supuesto, también se habla de la intención de ayudar a otros países de América Latina, África y Asia con entregas solidarias de vacunas gratuitas.

Cuba tuvo tasas de infección muy bajas durante 2020. Desde enero, sin embargo, la propagación del virus se ha acelerado mucho. Además de la precaria situación del abastecimiento, también existe una tensa situación epidemiológica. La apuesta total al autoabastecimiento –y, por lo tanto, también a rechazar toda importación de vacunas– es una estrategia de alto riesgo y muchas incógnitas. ¿Qué tan efectiva será la vacuna y qué tan segura? ¿Cuándo estará disponible en cantidades suficientes? Porque no solo es un enorme desafío el desarrollo, sino también la producción masiva, por no mencionar la certificación internacional.

El Caribe es la región del mundo que más depende del turismo. El colapso del tráfico aéreo sumergió toda la región en una profunda crisis económica. Sin embargo, la pandemia de covid-19 no parece lograr que se replantee la estrategia de desarrollo. Por el contrario, estos países quieren promocionarse nuevamente como destinos turísticos seguros lo antes posible a través de las vacunas.

Muchos Estados insulares del Caribe han logrado un éxito notable mediante una hábil diplomacia de las vacunas. Estados Unidos y la Unión Europea juegan en todo esto un papel secundario. El hecho de que la ayuda para los nuevos amigos de Asia pueda no ser completamente desinteresada, sino que más bien lleve a esperar una conducta acorde de estos países a la hora de votar en la ONU o bien otros gestos de solidaridad, asustará a pocos en el Caribe, dada la actual situación de crisis. A lo sumo, será presentado como una «diversificación de dependencias».

 

Fuente: IPG

Traducción: Carlos Díaz Rocca

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