Tema central

¿Amigos entrañables, vecinos distantes?
Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump


Nueva Sociedad 291 / Enero - Febrero 2021

La relación entre Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump estuvo lejos de ser dibujada por un antiimperialismo lineal; es más, contra las previsiones y los climas de campaña, encontró un cierto feeling entre ambos mandatarios. A tal punto que el cambio de gobierno y de las visiones geopolíticas del nuevo tándem Joseph Biden-Kamala Harris en el vecino país del norte introduce ciertas dudas sobre las relaciones futuras.

¿Amigos entrañables, vecinos distantes?  Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump

En el único viaje que el presidente Andrés Manuel López Obrador (amlo) realizó al exterior, en lo que lleva de gobierno, visitó a Donald Trump en la Casa Blanca. Allí, en julio de 2020, el mandatario mexicano sostuvo que en la historia de las relaciones entre ambos países había habido momentos en los que Estados Unidos y México fueron amigos entrañables y otros en los que fueron vecinos distantes, recuperando el famoso título de Alan Riding1. La relación entre López Obrador y Trump y entre México y eeuu, en los dos últimos años, podría narrarse a partir de esos dos modelos de vecindad. El vínculo comenzó siendo muy positivo y al final parece haber desembocado en una aspereza que deberá enfrentar el gobierno de Joseph Biden y Kamala Harris.

La llegada del primer político de izquierda a la Presidencia de México desde el mítico gobierno de Lázaro Cárdenas en la década de 1930 desató grandes expectativas en torno de la posibilidad de desarrollar políticas de contención de la hegemonía de eeuu en América Latina y el Caribe, especialmente frente a un gobierno encabezado por un político como Trump, que no ocultaba su desprecio por las naciones latinoamericanas y caribeñas. No pocos, especialmente en la izquierda latinoamericana más interesada en los contrapesos geopolíticos, asociada a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (alba) y el Foro de San Pablo, y más tarde articulada en torno del Grupo de Puebla, vieron en el triunfo de López Obrador la oportunidad de que México abandonara la tradicional posición de «buen vecino» heredada de la Guerra Fría2.La historia del presente frustró aquellos deseos, aunque no es menos cierto que en el ala bolivariana de la izquierda regional hubo una inicial percepción positiva del aislacionismo trumpista3. El gobierno de López Obrador no solo profundizó el paradigma de la integración con eeuu y Canadá en una zona de libre comercio de América del Norte redefinida por la administración Trump en un sentido más claramente contrapuesto a Asia, Europa y otras regiones del planeta, sino que llevó la colaboración con Washington en materia de retención migratoria a niveles más altos que los que predominaron en el que el propio López Obrador llama «periodo neoliberal», es decir, entre los mandatos de Carlos Salinas de Gortari y Enrique Peña Nieto.

En las páginas que siguen intentaremos reconstruir, a grandes rasgos, la relación bilateral entre eeuu y México durante el último tramo del gobierno de Trump y el primero de López Obrador. Al final del recorrido, esbozaremos algunos de los dilemas que se abren al estrenarse la nueva administración Biden-Harris, en medio de evidentes tensiones en materia de migración, seguridad, combate al narcotráfico, medio ambiente y otros temas de la agenda bilateral.

Amigos entrañables

En 2017, López Obrador, entonces candidato a la Presidencia de México, realizó una gira por eeuu, donde se reunió con diversas comunidades mexicano-estadounidenses. La campaña de amlo buscaba atraer el voto de aquellas comunidades, pero también capitalizar el rechazo que generaba el discurso abiertamente racista y xenófobo de Trump. Las ideas del candidato en torno de la necesidad de abandonar el proyecto del muro fronterizo y flexibilizar los controles migratorios quedaron plasmadas en el libro Oye, Trump (2018), con prólogo y epílogo de dos conocidos intelectuales de la izquierda nacionalista revolucionaria mexicana: Pedro Miguel y Elena Poniatowska4.

A partir de la tesis de que, durante el periodo neoliberal, México se había convertido en un «Estado pollero», en alusión a quienes cobran, engañan y, eventualmente, abandonan a los migrantes en el cruce de la frontera, el libro defendía a las comunidades migratorias como agentes del desarrollo nacional y rechazaba tajantemente el muro y las deportaciones indiscriminadas. Conforme se acercaban las elecciones, la cuestión migratoria y la posible articulación de una diplomacia anti-Trump comenzaron a perder impulso en la campaña lopezobradorista. En un segundo libro, 2018. La salida (2017), donde plasmó más plenamente su programa de gobierno, los temas de política exterior estaban ausentes, pero se hablaba de la necesidad de perfeccionar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (tlcan) por medio de acuerdos complementarios que permitieran remontar la desventaja de México respecto a China y otros países del Sudeste asiático5.

Uno de los primeros gestos en política exterior de López Obrador fue una carta amistosa a Trump, que envió con el secretario de Estado Mike Pompeo, quien visitó México poco después de las elecciones. El mandatario mexicano invitaba a su homólogo estadounidense a iniciar una nueva etapa de entendimiento bilateral, que girara en torno de la renegociación del tlcan sin relegar temas como la migración y la seguridad6. Anotaba entonces amlo que entre él y Trump había algunas semejanzas, como la capacidad de ganar elecciones y cumplir la palabra una vez en el poder, que les permitirían llegar a acuerdos importantes. Cuando López Obrador comenzó a gobernar, Trump arreciaba sus ataques contra México y los mexicanos, como parte de su campaña para la reelección en 2020. En mayo de 2019, el presidente de eeuu anunció un alza de aranceles que justificó con la idea de que México se aprovechaba del vínculo con su vecino del norte. El mandatario mexicano envió entonces una segunda carta a Trump en la que rechazaba las medidas coercitivas y llamaba «falacia» el lema «America First» [eeuu primero]7. En aquella misiva, sin embargo, del 30 de mayo de 2019, López Obrador anunciaba una delegación de alto nivel, encabezada por el canciller Marcelo Ebrard, para dar solución al conflicto migratorio que generaban las caravanas provenientes de Centroamérica.

En reuniones del canciller mexicano con el equipo de Trump, en las que jugó un papel protagónico Jared Kushner, yerno del presidente, se decidió acelerar la firma de un nuevo acuerdo de libre comercio, el Tratado entre México, eeuu y Canadá (tmec), y afinar el entendimiento con eeuu en materia migratoria. La política migratoria restrictiva de Trump encontró respaldo en el gobierno de López Obrador con medidas como la mayor vigilancia militar de la frontera sur con Guatemala y la repatriación de migrantes centroamericanos. En el verano de 2019, la Guardia Nacional había multiplicado sus efectivos en los cruces fronterizos para impedir el paso de las caravanas provenientes del Triángulo Norte de Centroamérica8.

El canciller Ebrard hizo dos viajes más a Washington entre fines de 2019 y principios de 2020 con el fin de articular una suerte de quid pro quo entre la contención migratoria y la renegociación del acuerdo de libre comercio. Para la primavera de 2020, cuando se desataba la crisis económica y sanitaria provocada por la pandemia de covid-19, ya el entendimiento había tomado forma. Durante aquel primer año de gobierno, López Obrador habló unas ocho veces por teléfono con Trump, una de ellas tras el operativo del Ejército mexicano en Culiacán en contra del despliegue militar del cártel de Sinaloa, que provocó el breve arresto de Ovidio Guzmán, hijo de El Chapo9.Mientras se construía el acuerdo entre amlo y Trump, las declaraciones públicas del magnate de Nueva York contra México y los mexicanos no cesaron. Sin embargo, López Obrador sostuvo siempre que el magnate trataba a México con respeto. El mayor contraste se produjo en los días previos y posteriores al viaje de López Obrador a Washington, donde se reunió con Trump en la Casa Blanca, en julio de 2020. En aquellas semanas, este último no dejó de tuitear sobre el muro fronterizo, que según él pagaría México, y sobre la, a su juicio, baja calidad moral de los migrantes mexicanos. Pero López Obrador sostuvo en su discurso en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca que «en vez de agravios hacia su persona, y lo que es más importante hacia su país», había recibido de Trump «comprensión y respeto»10.También dijo que Trump no había tratado a México como colonia, que había respetado la soberanía nacional mexicana, que en su trato con el vecino del sur no se había guiado por la Doctrina Monroe sino por la Doctrina Washington y que la relación entre ambos mandatarios podía ser como la que sostuvieron Benito Juárez y Abraham Lincoln en el siglo xix. No solo eso, durante su intervención, López Obrador habló en nombre de América del Norte como región a la que México estaba integrado, y exhortó a combatir el rezago que experimentaba la economía de esa zona, frente a otros rivales como China, en materia de déficit comercial y pérdida de peso en la economía mundial, de 40,4% en 1970 a 27,8% en 2020.

Vecinos distantes

En un país con una tradición de izquierda antiimperialista, que se enfrentó, durante la Guerra Fría, al entendimiento del nacionalismo revolucionario con eeuu, no deja de ser paradójica la buena relación de López Obrador con uno de los mandatarios más conservadores y racistas de la historia estadounidense. Con una naturalidad asombrosa, la izquierda mexicana partidaria del bloque bolivariano, fuera de algunas excepciones, defendió la alianza entre amlo y Trump con argumentos perfectamente neorrealistas. La relación con eeuu era prioritaria para el proyecto económico de la Cuarta Transformación, por lo que el buen trato debía preservarse, aun negando la evidencia de los insultos de Trump a México.

El periódico La Jornada, medio emblemático de la izquierda mexicana que respalda inequívocamente a los gobiernos de Nicolás Maduro en Venezuela y Miguel Díaz-Canel en Cuba y admite ciertas críticas a Daniel Ortega en Nicaragua, publicó el 9 de julio de 2020 un editorial que resume la apuesta del progresismo oficial en este campo. Se señalaba allí que el presidente López Obrador había pronunciado un discurso «sustancioso y equilibrado» en la Casa Blanca y que esa era la mejor forma de contener «los tonos ofensivos que Trump ha empleado contra los mexicanos y el irredento injerencismo cometido por sus antecesores en el cargo»11. A la vez que atribuía el injerencismo a los «antecesores» de Trump, incluido Barack Obama, y no al propio Trump, el editorial de La Jornada sostenía una premisa del neorrealismo ortodoxo: entre eeuu y México existía una «estructura bilateral de las más complejas del mundo». Esa estructura determinaba, más que la interdependencia, la integración entre ambos países, por lo que era preciso relacionarse con Trump desde la «cordialidad y la soberanía». La buena relación se ligó desde un inicio a una amistad personal entre ambos líderes que, del lado de México, se tradujo en una lealtad preservada hasta el final, como pudo verse con la inusual posposición de la felicitación a Biden para después del pronunciamiento del Colegio Electoral, a mediados de diciembre de 2020.Sin embargo, detrás del buen trato, en los últimos meses de 2020 se había escondido una profunda tensión entre ambos gobiernos, que salió a flote con la captura del general Salvador Cienfuegos, ex-secretario de Defensa de México, en el aeropuerto de Los Ángeles, a mediados de octubre. Cienfuegos era investigado por la Administración de Control de Drogas (dea, por sus siglas en inglés) desde hacía meses, por vínculos con cárteles de la droga y lavado de dinero, pero el gobierno de Trump no lo informó a México; de hecho, la noticia de la detención del general fue trasmitida al canciller Ebrard por el embajador de eeuu Christopher Landau12.

En un principio, la reacción de López Obrador fue aprovechar el arresto de Cienfuegos para revalidar su tesis de que la corrupción en México estaba generalizada en las administraciones anteriores y que era posible hablar de «narcogobiernos» antes de su llegada al poder. El arresto de Cienfuegos, así como el de Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública del gobierno de Felipe Calderón, en territorio estadounidense, daba la razón a la Cuarta Transformación en su denuncia de la venalidad de los últimos gobiernos del Partido Acción Nacional (pan) y el Partido Revolucionario Institucional (pri).Muy pronto, aquella primera reacción debió ser revisada por las contradicciones que entrañaba con el discurso soberanista de la política exterior de López Obrador y con su oposición a la estrategia de la «guerra contra el narco». El arresto de un general del Ejército, institución a la que el gobierno estaba convirtiendo en un aliado central, y la extralimitación de funciones de la dea en territorio mexicano presentaban al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y la Cuarta Transformación como cómplices del intervencionismo tradicional de Washington. Tras el giro en la posición del gobierno de amlo sobre la detención de Cienfuegos, en la que pesó claramente el malestar de la alta jerarquía militar, el canciller Ebrard inició gestiones para extraditarlo a México13.

Apenas un mes después de su detención en Los Ángeles, Washington devolvía a Cienfuegos aduciendo que temas sensibles de la relación bilateral con México estarían en juego en un proceso judicial contra el general en Nueva York. El gobierno mexicano, que había celebrado la detención, ahora celebraba la extradición. La rápida corrección del rumbo del caso de Cienfuegos se produjo pocos días después de las elecciones presidenciales en eeuu, que dieron a Biden como ganador, aunque Trump decidió desconocerlas, impugnarlas y descalificarlas como fraudulentas desde un inicio. Fue inevitable pensar que al no reconocer a Biden, López Obrador correspondía a la decisión de Trump de extraditar a Cienfuegos.

Algo había quedado sensiblemente dañado en aquel vínculo, que dos años atrás se quiso presentar como inicio de una nueva era de amistad. A principios de diciembre el partido gobernante, Morena, presentó en la Cámara de Diputados un proyecto de ley que limitaba la cantidad de agentes extranjeros autorizados para operar en territorio nacional y revocaba su inmunidad14. En Washington, el fiscal general de eeuu William Barr, a pocas horas de presentar su renuncia a Trump, expresó su malestar con la nueva ley porque ponía en riesgo la colaboración entre ambos países en materia de seguridad.

Cuando López Obrador se decidió, finalmente, a felicitar a Biden por su triunfo, el único punto que destacó en su mensaje fue el de la migración15. Los otros grandes temas de la relación bilateral, el libre comercio y la colaboración en materia de seguridad y combate al narcotráfico, quedaron en una sombra demasiado evidente. También silenció otro ángulo del vínculo con el vecino del norte que podría volverse conflictivo en los próximos años: el medio ambiente y las energías limpias. En ese punto, el nuevo gobierno de Biden-Harris parece moverse en sentido contrario a la apuesta centralmente petrolera y extractivista del gobierno de amlo, aunque, al mismo tiempo, los candidatos se mostraron ambivalentes durante la campaña respecto al fracking en territorio estadounidense y se alejaron de propuestas como la del Nuevo Pacto Verde del ala izquierda del Partido Demócrata.

Las relaciones entre México y eeuu están llamadas a experimentar una reformulación en los próximos años, impelida por la pérdida de continuidad de políticas de Estado en ambos países. En México se está produciendo un cambio profundo de expectativas y prioridades, lo mismo que en eeuu. La fuerte apuesta que hizo el gobierno de López Obrador por un vínculo preferencial con Trump ha sido contrariada por el curso político de eeuu, y para México se impone un rediseño de su interpretación del vecino.

Después de Trump

El gobierno de López Obrador llega a la mitad de su mandato en medio de un cambio profundo en la orientación de la política doméstica y exterior de eeuu. Con la salida de Trump de la Casa Blanca, ciertos giros de la errática diplomacia republicana se interrumpirán bruscamente. Biden recompondrá las relaciones con la ue y China, con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (otan) y la Organización de las Naciones Unidas (onu), regresará al Acuerdo de París y retomará la normalización diplomática con Cuba. Probablemente los demócratas vuelvan al acertado enfoque de diferenciar las políticas hacia Venezuela, Nicaragua y Cuba, lo cual tendrá un automático efecto de distensión regional, en especial en Centroamérica y el Caribe.

Paradójicamente, esa distensión, en una zona tan próxima a México, podría acumular más conflictos que armonías para el gobierno de amlo. A diferencia de Trump, que englobó los regímenes de Maduro, Ortega y Díaz-Canel en un pequeño «eje del mal», Biden dará un trato distinto a cada gobierno y, seguramente, reforzará la colaboración con Centroamérica para restar incentivos a la emigración. Tal reorientación diplomática de los demócratas podría volver a otorgar centralidad a los temas de derechos humanos en esa región de América Latina, sin excluir a México, lo cual generaría tensiones con el gobierno de López Obrador.

El equipo que ha conformado el nuevo secretario de Estado, Antony Blinken, proviene de una tradición diplomática de fuerte activismo en materia de «promoción de la democracia» en Europa del Este y Oriente Medio. No sería extraño que esa proyección, que en el periodo de la cancillería de Hillary Clinton causó tantas fricciones con los gobiernos de Hugo Chávez, Nicolás Maduro y Rafael Correa, vuelva a provocar conflictos con sectores de la izquierda regional. Cualquier desencuentro entre los gobiernos de Biden y amlo sería capitalizado por esa izquierda desde una vieja argumentación soberanista, que oculta su renovado pragmatismo. La paradoja podría llegar al punto de que el gobierno de Trump resulte más confortable para López Obrador que el de Biden. No es un dato menor que en la clase política mexicana, incluida la del partido gobernante, exista una percepción bastante negativa no solo de Hillary Clinton sino también de Obama, quien, en otros territorios de la izquierda latinoamericana, como el cubano aperturista, es visto como el único presidente que ha intentado una reformulación del vínculo bilateral con claras ventajas comparativas para la isla. En México, Obama representa, por el contrario, dos políticas desastrosas: la guerra contra el narco y las deportaciones masivas.

La vuelta a la normalización diplomática con Cuba será muy bien recibida por gran parte de la comunidad de naciones latinoamericanas y caribeñas. La política del embargo comercial estadounidense no tiene respaldo, ni siquiera entre los gobiernos de derecha de la región. Sin embargo, cualquier intento de retomar el restablecimiento de relaciones con La Habana, acompañado de un aumento de la presión sobre Venezuela, Nicaragua o la propia Cuba para que esos regímenes abran el juego democrático, ampliará las posibilidades de impugnación de la hegemonía de eeuu.

La interrogante en torno del lugar de México en esas redes contrahegemónicas de la izquierda latinoamericana, que intentó dilucidar el Grupo de Puebla hace dos años, permanece intacta. Si en el tramo final del gobierno de López Obrador el vínculo con el gobierno de Biden se mantiene en buenos términos, el escenario de una incorporación de México a lo que queda de la corriente bolivariana, que tanto se deseó o se temió desde los centros de poder de las izquierdas y las derechas de la región, se verá inevitablemente desdibujado.

  • 1.

    A. Riding: Vecinos distantes. Un retrato de los mexicanos, Joaquín Mortiz, Ciudad de México, 1985.

  • 2.

    Eric Zolov: The Last Good Neighbor: Mexico in the Global Sixties, Duke UP, Durham, 2020.

  • 3.

    R. Rojas: «Desconexiones de la izquierda bolivariana» en Nueva Sociedad No 275, 5-6/2018, disponible en www.nuso.org.

  • 4.

    A.M. López Obrador: Oye, Trump. Propuestas y acciones en defensa de los migrantes en Estados Unidos, Planeta, Ciudad de México, 2017. En el título resuena el libro Escucha, yanqui, de Charles Wright Mills, sobre la Revolución Cubana (1961).

  • 5.

    A.M. López Obrador: 2018. La salida. Decadencia y renacimiento de México, Planeta, Ciudad de México, 2017.

  • 6.

    D.M. Pérez: «López Obrador a Trump: ‘Ambos sabemos cumplir lo que decimos’» en El País, 23/7/2018.

  • 7.

    «Los problemas sociales no se resuelven con impuestos; no me falta valor: AMLO» en La Jornada, 31/5/2019.

  • 8.

    Lidia Arista: «Guardia Nacional ha desplegado 21.000 elementos para contener la migración a Estados Unidos» en El Economista, 20/7/2019.

  • 9.

    «AMLO y Trump, una amistad vía cartas, llamadas, tuits y enviados» en Expansión, 7/7/2020.

  • 10.

    «El discurso completo de AMLO junto a Trump en la Casa Blanca» en Animal Político, 8/7/2020.

  • 11.

    «AMLO en EU: mensaje equilibrado» en La Jornada, 9/7/2020.

  • 12.

    Elena Reina: «Detenido en eu jefe del Ejército del gobierno de Enrique Peña Nieto» en El País, 16/10/2020.

  • 13.

    Pablo Ferri: «El caso Cienfuegos, un reto para el maltrecho sistema judicial en México» en El País, 19/11/2020.

  • 14.

    Alejandro Caballero: «Diputados aprueban la reforma que pone límites a agentes extranjeros» en Proceso, 15/12/2020.

  • 15.

    «López Obrador felicita a Biden; espera relación de amistad y respeto» en La Jornada, 16/12/2020.

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