La revolución digital en América Latina

2015
Perspectiva | La revolución digital en América Latina | 2015

En los países desarrollados, la economía digital es una fuente de aumento de productividad, crecimiento económico y desarrollo sostenible. Es por esto que uno de los aspectos que América Latina requiere para retomar la senda de crecimiento y la reducción de la pobreza es la definición de estrategias y políticas para el desarrollo de la economía digital que faciliten el cambio estructural. Para aprovechar ese potencial, se requieren instituciones y políticas que aseguren la generación de sinergias entre la difusión de las nuevas tecnologías, la inversión en infraestructura de conectividad y el cambio de la estructura productiva hacia sectores más intensivos en digitalización y conocimiento.

El ciclo de crecimiento económico y el fortalecimiento de las clase medias en la región durante la última década conllevó una alta demanda de nuevos bienes y servicios digitales que, combinada con la disminución de los costos de los equipos y las tarifas de los servicios, generó una expansión sin precedentes en el acceso y uso de las tecnologías digitales en la población latinoamericana.

Sin embargo, y como se ha identificado en los últimos trabajos de la CEPAL, esta difusión digital se está ralentizando como consecuencia de factores coyunturales y estructurales. Entre los primeros, destacan la desaceleración del crecimiento económico y el estancamiento de los niveles de pobreza que enfrenta la región desde 2013; entre los segundos, el desarrollo asimétrico entre los componentes de la economía digital, es decir, la infraestructura de conectividad, la industria digital y los usuarios finales, lo que obstaculiza el proceso de convergencia con los países más desarrollados (CEPAL 2013 y 2015; Katz, 2015). Existen tres rasgos principales que caracterizan la economía digital regional: la heterogeneidad de la región, la fragmentación del ecosistema y el subdesarrollo de la Internet industrial.

  • Heterogeneidad digital: los países de la región han progresado a muy distintas velocidades, dada su extrema heterogeneidad en términos de ingreso por habitante, infraestructura, estructura productiva y desarrollo social. Mientras los más avanzados se aproximan a las tasas de penetración de servicios y uso de los países desarrollados, en los más rezagados los avances se logran con ritmos demasiado lentos, y la brecha entre unos países y otros se está ensanchando.
  • Fragmentación del ecosistema digital: el ecosistema digital está altamente fragmentado y con severas asimetrías en su funcionamiento. Las nuevas industrias crecen de forma muy acelerada, reconfigurando y fusionando cadenas de valor previamente separadas, pero simultáneamente se observa que en la región se estaría repitiendo un modelo de desarrollo basado en la provisión de insumos de conectividad, participando sólo marginalmente en la producción de servicios de mayor valor agregado, como contenidos, aplicaciones y servicios digitales. En este ámbito, los países de la región son importadores netos.
  • Subdesarrollo de la Internet industrial: las actividades más frecuentes de los usuarios latinoamericanos son el consumo relacionado con Internet, es decir las redes sociales, los juegos, los videos, las comunicaciones y el comercio electrónico. En los sectores económicos el uso de tecnologías digitales se concentra en la comunicación y sistemas de gestión, más que su incorporación en procesos productivos y el desarrollo de nuevos modelos de negocios. Esta baja adopción tecnológica por parte de las empresas y los gobiernos hace que la contribución de la Internet industrial al crecimiento económico, mediante sus efectos en la inversión privada y el gasto público, sea menos significativa.

La importancia de abordar estos factores críticos radica en que la economía digital puede contribuir al incremento de productividad, así como a diversificar la producción yendo más allá de los commodities y bienes de bajo valor agregado. Además, existen otras áreas de aplicación de fuerte impacto para el desarrollo de los países, como el manejo de los altos niveles de urbanización de la región, la sostenibilidad ambiental y el envejecimiento de la población.

En este documento se argumenta que el actual ciclo innovador de la economía de Internet es una oportunidad para contribuir al cambio estructural de América Latina, siempre y cuando se adopten oportunamente estrategias y políticas industriales para el sector digital. Estas estrategias y políticas deben considerar los factores estructurales señalados y ser consistentes con la reciente revolución digital.

Este trabajo está organizado en cuatro partes: la evolución del consumo digital en América Latina, la situación de la economía digital en los países de la región, la cadena de valor del ecosistema digital y el paso desde la Internet del consumo a la Internet industrial.

Una década de progreso digital

En América Latina, en 2015, se registraron más de 300 millones de usuarios de Internet y existen más de 700 millones de conexiones a telefonía móvil. La región encabeza el uso de redes sociales globales para actividades de socialización y de trabajo.

El consumidor latinoamericano tiene un comportamiento similar al de países más avanzados en cuanto a la adopción de productos y servicios digitales. La creciente demanda de aplicaciones y servicios digitales móviles, en particular de video, muestra un patrón de consumo similar entre los habitantes que tienen acceso a estas tecnologías. En general, salvo en el caso de intereses locales, los usuarios utilizan las mismas aplicaciones y plataformas de servicio, y pasan igual cantidad de tiempo en línea.

Entre 2005 y 2014, la difusión de Internet fue muy rápida y hubo una rápida convergencia con los países desarrollados. El número de usuarios de esta tecnología se triplicó, pasando de 16,1% a 50,1%, con una tasa de crecimiento de cerca de 15% promedio anual (ver gráfico 1).

Gráfico 1
Evolución del número de usuarios de Internet, 2006-2014
(Porcentaje del total de la población)


Fuente: CEPAL con datos de UIT, World Telecommunications Indicators Database, 2014. Los datos para la OCDE no incluyen a Chile ni a México.

Asimismo, la penetración de la banda ancha fija se multiplicó por siete en este periodo (1,5% a 9,8% de la población) y en 2014 la penetración de la banda ancha móvil alcanzó a 48,7% de la población (UIT, 2014). Entre marzo de 2010 y enero de 2015, las velocidades de descarga aumentaron más de 402% (9,6 Mbps de descarga y 3,1 Mbps de subida), mientras que las tarifas de acceso a la banda ancha fija se redujeron 72%, pasando de representar 18% del PIB mensual per cápita de la región a 3,8% (ORBA, 2015).

Mapa 1
Suscripciones a banda ancha móvil


Fuente: Observatorio Regional de Banda Ancha (ORBA) de la CEPAL.

Situación de la economía digital

La economía digital en América Latina avanza a dos velocidades tecnológicas muy diferentes. En los países líderes, luego de décadas de implementación de estrategias y políticas de apoyo a la difusión de las tecnologías de la información y de las comunicaciones (TIC), estas generan un impacto positivo en la inversión, el crecimiento y la productividad. Los países rezagados todavía no alcanzan los umbrales mínimos de acceso y uso por parte de sus ciudadanos y empresas para lograr impactos significativos; por ello, sus progresos son más lentos y esas brechas hacen que las nuevas tecnologías no tengan los efectos deseables en la inversión y el crecimiento. Estimaciones de la CEPAL indican que, en promedio para Argentina, Brasil, Chile y México, alcanzan al menos a 3,2%, cifra no despreciable si se considera que en los 27 países de la Unión Europea el porcentaje correspondiente es 5% (CEPAL, 2013).

Dada la velocidad de la revolución tecnológica, un grupo de países de América Latina no ha podido reducir significativamente las brechas digitales respecto de las economías más desarrolladas, fenómeno particularmente grave en materia de tecnologías más avanzadas, como las conexiones de banda ancha fija y móvil de alta velocidad. Estas nuevas brechas son señales de alerta para abordar la creciente heterogeneidad digital entre países y en su interior, y simultáneamente son un imperativo para la cooperación y coordinación regionales en el ámbito de la economía digital. La principal brecha digital de la región es la de infraestructura de redes: según el Banco de desarrollo de América Latina – CAF, esta requeriría de alrededor de 400 mil millones de dólares de inversión hasta 2020 si quiere equipararse a los países desarrollados. Sin embargo, al ritmo de inversión actual, existe un déficit de inversión anual de cerca de 28 mil millones de dólares al año.

El avance asincrónico de la economía digital en la región permite identificar dos bloques. Por un lado, los tres países con mejor desempeño presentan un índice de desarrollo de las TIC equivalente a 75% del nivel de los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), mientras que los tres de peor desempeño sólo alcanzan 38% (CEPAL, 2013). Así, el desarrollo de la infraestructura crítica es altamente asimétrico entre países; por ejemplo, la penetración de banda ancha móvil en los tres países más avanzados es 18 veces mayor que en los más rezagados (véase el gráfico 2).

Gráfico 2
Penetración de la banda ancha fija y móvil en 2013
(Suscripciones activas por cada 100 habitantes)


Fuente: CEPAL con datos de UIT, World Telecommunications Indicators Database, 2014.
BAM: Banda ancha móvil., BAF: Banda ancha fija.

Pese a los importantes avances en materia de consumo y acceso, todavía queda un importante segmento de la población que no tiene acceso a Internet. Entre las principales barreras se encuentran los altos costos relativos del servicio (respecto de los ingresos promedio)asociados a la ineficiente conectividad regional que impacta negativamente en la calidad y en el precio del servicio de Internet, y la falta de interés en la conexión al no percibir los beneficios asociados.

Al respecto, se requiere promover la coordinación regional en la asignación y uso eficiente del espectro radioeléctrico para facilitar el desarrollo de los servicios de telecomunicaciones, aprovechando las economías de escala; por otro lado, se debe fortalecer la infraestructura de telecomunicaciones regional y subregional mediante el despliegue de fibra óptica, redes inalámbricas –incluidas redes comunitarias orientadas a los usuarios– y cables submarinos. Asimismo, hay que impulsar la instalación de nuevos puntos de intercambio de tráfico de Internet (IXP) y fomentar la existencia de las redes de distribución de contenidos (CDN). Adicionalmente, estimular la inversión en redes de nueva generación de banda ancha permitirá alcanzar mejoras sustanciales en la capacidad y calidad del servicio, con especial énfasis en las zonas rurales, extremas y vulnerables.

La cadena de valor del ecosistema digital

La digitalización de contenidos, el desarrollo de plataformas de transporte con base en el protocolo IP, la difusión de Internet de banda ancha y la disponibilidad de dispositivos multifuncionales han transformado la organización industrial del sector de telecomunicaciones y de contenido audiovisual al facilitar la convergencia de sus cadenas de valor en una estructura interdependiente. Esta transformación modifica el negocio de las firmas existentes y promueve la aparición de nuevas empresas que despliegan funciones de intermediación, así como nuevos modelos de negocios en sectores adyacentes a estas industrias. La magnitud de los efectos directos varía según el actor de la cadena (véase el diagrama 1).

Diagrama 1
Cadena de valor ecosistema digital


Fuente: Katz, Raúl (ed.) (2015), El ecosistema y la economía digital en América Latina, CAF, CEPAL, cet..la y Fundación Telefónica, Ariel, Barcelona, España.

Una de las singularidades de este ecosistema digital es la coexistencia de fuerzas hacia la concentración y la desconcentración económica, que están definiendo nuevas formas de organización industrial y de estrategias empresariales. Las fuerzas que conducen a la concentración son las economías de escala y las economías de red asociadas al desarrollo de la economía digital, que se traducen en la dominancia de los operadores globales de servicios de Internet en el ecosistema digital de América Latina.

Las fuerzas que posibilitan la desconcentración están asociadas a las posibilidades de localización, personalización de productos y servicios y la generación de mercados de nicho en que las economías de escala pierden importancia. Esta dinámica permite desconcentrar las actividades de producción de bienes y servicios y abre oportunidades para los países de la región y las pequeñas empresas.

Sin embargo, el ecosistema digital en la región es todavía embrionario. A pesar de que se han implementado políticas públicas orientadas a fortalecer la innovación en el ámbito de las TIC, todavía no se ha consolidado un proceso de creación de valor asociado con el desarrollo de contenidos, servicios o aplicaciones. América Latina se mantiene como una región importadora de servicios digitales y se encuentra atrasada en la producción de contenidos locales. En promedio, de los 100 sitios de Internet más populares, sólo 26 corresponden a contenido local, principalmente portales de noticias y de comercio electrónico (Katz, 2015).

Para abordar estos desafíos se requieren iniciativas de políticas, como fomentar el desarrollo de los servicios de Internet, crear condiciones para expandir las plataformas de comercio electrónico y avanzar en la producción de aplicaciones para procesos productivos. Todo esto en el marco de una política industrial para el sector digital con un fuerte énfasis en el desarrollo de la institucionalidad y la cooperación regional.

Para conseguir a nivel regional economías de escala y efectos de red, es preciso hacer los esfuerzos para articular un mercado digital regional, ya que la diversidad de regulaciones y marcos normativos nacionales crea fricciones que obstaculizan el aprovechamiento de las sinergias transfronterizas que se podrían alcanzar gracias a un marco institucional y normativo uniforme. De manera similar alo ha hecho por la Unión Europea, un mercado digital común podría apoyar significativamente los esfuerzos regionales de expansión de la economía de Internet.

El futuro de la Internet de la producción

El fin del ciclo de alto crecimiento de América Latina de las últimas dos décadas –impulsado por el aumento de la demanda de commodities por parte de China, India y otros países asiáticos–, pone nuevamente en el debate la fragilidad de las fuentes de crecimiento de largo plazo. La desindustrialización temprana de la región (iniciada en las décadas de 1970 y 1980 en el marco del ciclo innovador asociado a la producción manufacturera a gran escala), es una de las causas por las que América Latina no generó capacidades tecnológicas, mayor valor agregado doméstico y diversificación productiva hacia sectores intensivos en tecnología. La estrategia de apertura externa llevó a los países a reestructurar y especializar su aparato productivo de acuerdo a sus ventajas comparativas estáticas, es decir, recursos naturales y mano de obra de baja calificación.

En la actual coyuntura económica y tecnológica internacional, la posibilidad de América Latina de retomar el proceso de catching up con la frontera internacional de productividad pasa por maximizar la contribución y el impacto de la economía de Internet en la productividad y el cambio estructural. Esta nueva economía promete un mayor impacto por sus efectos como plataforma de procesos industriales, que resultan de la convergencia de diversas tecnologías: banda ancha de alta velocidad, computación en la nube, Internet de las cosas, grandes datos y su analítica.

En consecuencia, la economía de Internet puede asumir un rol catalizador del cambio estructural mediante la creación de bienes y servicios digitales, la agregación de valor al incorporar lo digital en bienes y servicios en principio no digitales, y el desarrollo de nuevas plataformas de producción, intercambio y consumo. Para ello, se requiere un grado superior de madurez del ecosistema digital de los países, considerando factores como una adecuada infraestructura de redes de banda ancha, la difusión e intensidad del uso de estas tecnologías por parte de individuos y empresas, y su incorporación en procesos productivos y organizacionales.

La Internet industrial es una nueva plataforma digital para hacer frente a los grandes desafíos de la región, como el alto grado de urbanización, el envejecimiento de la población, la escasa cobertura en servicios de salud y educación, la crisis ambiental y el cuidado de los recursos naturales, así como la necesidad de aumentar la productividad y competitividad de las economías regionales. Los efectos de estas nuevas tecnologías son disruptivos y la región requiere adaptarse rápidamente.

Para abordar la problemática que representa una tasa de urbanización de 80%, es preciso el desarrollo de ciudades inteligentes, con gestión inteligente del tráfico y del transporte público. Por otra parte, la crisis ambiental requiere del control de emisiones y gestión del consumo de agua y de energía mediante redes inteligentes, a fin de contar con industrias eficientes y más sustentables. En salud, las nuevas tecnologías permiten el monitoreo en tiempo real y soluciones de medicina preventiva, además de facilitar el cuidado a distancia de pacientes crónicos y las cirugías a distancia, entre otros.

Para las mejoras en competitividad y productividad es necesario desarrollar una Internet industrial e innovaciones que den soluciones a necesidades de la industria local. En una primera fase, las herramientas de Internet de la industria se están desarrollando más rápidamente para las actividades de mantenimiento de tipo predictivo, que permite disminuir los tiempos de reparación, bajar los costos de mantenimiento y reducir las fallas. Esto es tremendamente significativo para las actividades mineras y petroleras en la región. Para el sector agrícola, incorporar equipos con sensores, generar y analizar datos a gran escala puede ser muy útil para la predicción y mejora del rendimiento. En infraestructura, se abre la posibilidad de contar con información real para decisiones de obras públicas.

Referencias bibliográficas

CEPAL (2015), La nueva revolución digital. De la Internet del consumo a la Internet de la Producción, (LC/L 4021), Santiago de Chile.

Katz, Raúl (ed.) (2015), El ecosistema y la economía digital en América Latina, CAF, CEPAL, cet..la y Fundación Telefónica, Ariel, Barcelona, España.

CEPAL (2013), Economía digital para el cambio estructural y la igualdad, (LC/L 3602), Santiago de Chile.