Entrevista
mayo 2016

"La situación mundial de la libertad de prensa es mucho peor"

Entrevista a Christian Mihr

El último ranking de libertad de prensa muestra falencias y persecuciones en numerosos países.

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El nuevo Ranking de Libertad de Prensa 2016 brinda un panorama sombrío. En 2015 ha habido en todas las regiones del mundo un retroceso de las libertades. ¿Es esto solo una estabilización de una tendencia ya existente?

Nuestro Ranking sobre Libertad de Prensa compara entre sí, en primer lugar, el estado de la libertad de prensa en diversos países. En tal sentido, muestra sobre todo si la situación en los distintos países, en comparación con países de similar situación inicial, ha mejorado o empeorado. Aquí intervienen, por cierto, diversos factores en los 180 países que actualmente evaluamos: por ejemplo, modificaciones en la legislación, en la práctica del derecho, en las condiciones marco para empresas de medios y, por cierto, cuestiones de seguridad para periodistas. Sin embargo, desde 2013 calculamos, sobre la base de los datos del ranking, también un indicador del estado mundial de la libertad de prensa. Y este muestra una clara desmejora: 3,7 por ciento solo desde el año pasado y 13,6 por ciento desde 2013. Lo más claro es el retroceso en el indicador parcial de producción de los medios. A la hora de impedir la publicación de información molesta, algunos gobiernos no tienen reparos en hacer bloqueos de Internet o destruir oficinas de redacción, equipos de emisión o imprentas. También las condiciones marco legales han empeorado en todo el mundo. Esto queda reflejado por las numerosas leyes que penalizan las ofensas a un presidente, la blasfemia o el apoyo al terrorismo, con lo cual colaboran en algunos países con una creciente autocensura.

Un motivo de este empeoramiento son las tendencias autocráticas cada vez mayores en algunos países y las numerosas guerras civiles. ¿Hay aquí siempre una relación directa? O sea, ¿todos los regímenes autoritarios actúan de forma represiva y en todas las guerras civiles son asesinados reporteros y reporteras?

Por un lado, puede decirse que es así. Nuestro viejo lema dice «Sin libertad de prensa no hay libertad», y esto se puede ver con claridad a cada rato. Allí donde los gobiernos toman un camino autoritario, como sucede actualmente, por ejemplo, en Egipto, Rusia o Turquía, los periodistas independientes son tratados como alborotadores o traidores. Presidentes como Abdelfatah al-Sisi, Vladimir Putin o Recep Tayyip Erdoğan reaccionan con mucha susceptibilidad cuando comentaristas críticos o investigadores tenaces rasguñan su fachada de hombres de Estado siempre exitosos y queridos por todos. En el caso de Turquía, los nuevos brotes de esta postura excesiva está concitando gran atención, pero en Egipto, por ejemplo, la situación es mucho peor. Y en las guerras, la cuestión de la represión se agudiza, por cierto, mucho más, especialmente cuando a los bandos en guerra, como en Libia o Siria, no les importa el derecho internacional, y los periodistas son considerados, en caso de duda, como molestos o como prenda para concitar la atención internacional. Por otro lado, tampoco se puede decir automáticamente lo contrario: que los gobiernos democráticos estén a salvo de tendencias represivas. En Japón, por ejemplo, el gobierno es espantosamente efectivo para mantener con rienda corta al periodismo y disciplinarlo de diversas maneras. Hace poco, por ejemplo, una ley de confidencialidad de amplio alcance, que tendría el objetivo de dar protección a la industria atómica contra indagaciones de tono crítico, ha dado un nuevo impulso a la tendencia a la autocensura. Y bajo el gobierno del presidente Barack Obama, los Estados Unidos han procedido jurídicamente con una dureza desconocida contra periodistas que trabajaban en investigación y sus informantes.

Alemania ha descendido del puesto 12 al puesto 16 del ranking. ¿Cómo se explica?

El desmejoramiento actual de Alemania puede explicarse claramente por el creciente número de ataques violentos contra periodistas, pero también por hostigamientos y amenazas, sobre todo en las manifestaciones de Pegida y grupos afines, y también en marchas de extremistas de derecha y algunas veces en manifestaciones contrarias a estos grupos. El hecho de que en algunas ciudades cientos y a veces miles de personas griten regularmente «¡prensa mentirosa!» es entendido por algunos como un llamado directo a la acción. Pero también nos preocupan algunos acontecimientos como la reimplantación de la conservación de datos y las constantes noticias sobre vigilancia por parte de los servicios de inteligencia, que ponen severamente en tela de juicio la confidencialidad de las investigaciones periodísticas. Es por ello que el año pasado hemos hecho una demanda contra el Servicio Federal de Noticias y esperamos con ansiedad la reacción de la Justicia. También es un peligro para la libertad de prensa la introducción en la legislación del delito de tráfico ilegal de datos, o sea, la provisión, cesión o difusión de datos que no son de acceso público. Este nuevo inciso no deja claro si ya puede castigarse a quien pone confidencialmente a disposición de expertos datos que ha recibido de su informante para que aquellos los verifiquen.

Este año Turquía está en el puesto 151 entre 180 países. De este modo, queda muy lejos de los países de la Unión Europea en materia de libertad de prensa. ¿Cuáles son los motivos de ello? ¿Era muy distinto antes?

Durante los últimos años se han embargado noticias una y otra vez en Turquía, los simpatizantes del partido del gobierno, AKP, han atacado redacciones, la Justicia puso a medios independientes bajo administración obligatoria del Estado. Una serie de reporteros extranjeros fue detenida por un tiempo breve, una periodista holandesa fue expulsada de Turquía después de haber residido años allí. Un colaborador iraquí de la revista Vice pasó más de cuatro meses en prisión. Es especialmente serio también el caso del redactor en jefe del periódico independiente Cimhuriyet, Can Dündar, quien junto con Erdem Gül, director de las oficinas en la capital, estuvieron tres meses con prisión preventiva hasta que intervino la Corte Constitucional. Y desde que se reavivó el conflicto con los kurdos, determinados temas se han vuelto súbitamente tabú. No deben olvidarse tampoco los homicidios de varios activistas de medios de nacionalidad siria que esperaban estar a salvo en Siria de sus perseguidores islamistas.

¿Qué considera más peligroso: el aumento de ideologías de tinte religioso y hostiles a los medios o la oligarquización de los medios?

Es difícil que puedan compensarse factores tan diferentes, pero ambos tienen una función. Las ideologías hostiles a los medios desempeñan un papel no solo en la zona de influencia del «Estado Islámico» en Siria e Irak sino también, por ejemplo, en Bangladesh. Allí, presuntos islamistas asesinaron desde inicios de 2015 a cinco blogueros librepensadores, y el gobierno no tuvo mejor idea que recomendarles a los blogueros autocensurarse. Para actuar contra esta violencia estamos presionando actualmente en todo el mundo para que haya un nuevo representante especial de las Naciones Unidas: tendría que depender directamente del secretario general de las Naciones Unidas, informar sobre ataques a periodistas y —lo más importante— poder investigar con independencia. Lo que usted llama «oligarquización» se da, por cierto, en un plano muy diferente pero también atenta contra la existencia de medios independientes: porque son cada vez más los medios importantes controlados por grandes empresas cuyos ingresos provienen sobre todo de otros ámbitos, por lo cual la información demasiado crítica puede entrar rápidamente en conflicto con sus otros intereses comerciales. Observamos esta tendencia, por ejemplo, en países tan disímiles como Francia o Ucrania; también en Colombia, donde en este momento se necesitarían con urgencia medios confiables e independientes para el proceso político de paz.

¿Hay también algo positivo para informar?

La mayor luz de esperanza en el ranking de libertad de prensa para este año es Túnez, que ha avanzado 30 posiciones. Allí están rindiendo sus frutos paulatinamente las reformas para los medios de comunicación impulsadas trabajosamente pero con tenacidad desde la caída del gobierno en 2011. En 2015, por ejemplo, no hubo detenciones arbitrarias ni procesos contra periodistas. De todas maneras, los reporteros demasiado críticos siguen siendo atormentados por las autoridades y deben estar preparados para ser denunciados por difamación.

La situación se está descomprimiendo también en Ucrania, donde la violencia contra periodistas —incluyendo muchos secuestros y varios homicidios— llegó a su punto culminante en 2014 y últimamente está volviendo a retroceder notoriamente. Por lo menos es lo que sucede en las regiones bajo control del gobierno con sede en Kiev. Pero la enorme influencia de la oligarquía en los medios y la guerra de información con Rusia siguen representando un gran problema para lograr información independiente. Estos dos ejemplos muestran también que las mejorías en el ranking de libertad de prensa pueden ser muy relativas. Por ejemplo, si bien Ucrania ha avanzado 22 posiciones en un año hasta legar a estar en el puesto 107 entre 180 países, su situación está muy lejos de ser satisfactoria.

Christian Mihr es miembro de la organización Reporteros sin Fronteras.

Traducción: Carlos Díaz Rocca

Fuente: http://www.ipg-journal.de/kommentar/artikel/presse...



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