Opinión
diciembre 2013

La marihuana llegó a la mesa familiar en Uruguay

El debate sobre las drogas en Uruguay no solo recorre los despachos de legisladores y gobernantes sino que se instaló en la mesa familiar y hasta los abuelos hablan de eso con los nietos.

<p>La marihuana llegó a la mesa familiar en Uruguay</p>

El puntapié inicial en el campo público lo dio el ex presidente Jorge Batlle (2000-2005) cuando en Santiago de Chile, a poco de asumir su cargo, pidió a sus pares de América Latina que legalizaran todas las drogas para socavar el creciente poderío narco.

Los latinoamericanos –uruguayos incluidos– olvidaron la idea, que fue tomada como otra excentricidad del gobernante abatido por la crisis económica que desbancó a la derecha del gobierno. En medio del traspié económico y social nació la pasta base (paco o crack), que se convirtió en uno de los principales problemas de seguridad pública en Uruguay. En efecto, el estigma de la marihuana migró hacia la pasta base y el consumo de marihuana se extendió entre los jóvenes.

En 2007, la mitad de los estudiantes de educación media habían consumido marihuana alguna vez. El porro se olía en los espacios públicos con creciente persistencia, y la policía ya no reprimía fumar en las calles como antes.

Cuando el líder socialista del Frente Amplio, Tabaré Vázquez, ganó las elecciones en 2004, el triunfo de la izquierda significó la conquista de libertades como la de manifestación explícita en favor. En mayo de 2005, por ejemplo, una convocatoria anónima para fumar porro se montó en el Parque Rodó de Montevideo. Algunos acudieron con pasamontañas, otros mostraban su rostro, pero todos reivindicaban el derecho a consumir marihuana y los medios de comunicación se hicieron eco de la consigna.

Poco después nacieron las primeras agrupaciones. Cultivadores y políticos jóvenes crearon el Movimiento por la Liberalización del Cannabis, que agrupaba, entre otros, a la juventud del Partido Socialista. El PS pidió a sus colegas mayores que adecuaran las normas sobre drogas para terminar con una contradicción: desde 1975 las leyes habilitan el consumo de cannabis pero no le indican a los usuarios cómo acceder a él.

Tabaré Vázquez acusó recibo y se mostró partidario públicamente de dar un debate que luego cristalizó en los foros de Naciones Unidas y la OEA, reclamando el respeto a los derechos humanos en el abordaje estatal al fenómeno de las drogas.

La sociedad civil y las juventudes políticas del Frente Amplio siguieron organizando actividades y nacieron nuevos grupos en otros puntos del Uruguay. Además, en las elecciones de 2009 la marihuana se convirtió en una pregunta obligada para cada candidato. José Mujica en campaña era uno de los que no se mostraban muy abiertos a innovar en la guerra contra las drogas. “No digo ni que sí, ni que no”, repetía.

Pero algunos asesinatos entre bandas de narcotraficantes preocuparon a Mujica, que finalmente planteó un cambio normativo para quitar recursos económicos al narcotráfico y disminuir su poderío. Según la policía del Uruguay, una tercera parte de la población carcelaria está vinculada con infracciones en la ley de drogas y la enorme mayoría proviene de contextos sociales críticos, donde el narco tiene más relevancia.

Ahora Uruguay también regulará todo el mercado de marihuana para que los usuarios se hagan de ella sin caer la oscuridad de lo clandestino.

El debate en América Latina, un continente que sufre desde hace 40 años las consecuencias de una guerra narco sin cuartel, comenzó en Uruguay y seguramente contagiará a otros países, no solo en la región sino también en el mundo. Muchos países alientan otro abordaje en el tema de drogas, como Estados Unidos, Portugal, Holanda, España y una veintena de países que descriminalizaron el uso de marihuana de alguna manera.

La diferencia uruguaya parece ser que el tema no solo recorre algunos despachos de legisladores y gobernantes sino que el asunto se instaló en la mesa familiar y que hasta los abuelos hablan de eso con los nietos y los jóvenes con los políticos.

La marihuana deja de ser un tabú en el Uruguay porque ahora muchos quieren saber cómo es eso de que la marihuana alivia dolores, cómo es que se consigue ese relax parecido a tomar una copa luego de trabajar, cómo es eso de plantar cannabis y cómo sería comprar marihuana en una farmacia. Uruguay se ha puesto verde para ponerse maduro.

* Periodista uruguayo especializado en políticas de drogas. Autor del ensayo: “Marihuana y Otras Yerbas: prohibición, regulación y uso de drogas en Uruguay”.

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