Entre las corruptelas y el populismo
noviembre 2017
El analista político José Antonio Crespo explica con brevedad y contundencia la situación del PRI y de Peña Nieto de cara a las elecciones mexicanas. Corrupción, mala gestión y demagogia.
El año que viene los mexicanos acudirán a las urnas y definirán al nuevo presidente de la nación, además de renovar senadores y diputados. El Partido Revolucionario Institucional, la fuerza gobernante, aún debe definir quien será su candidato o candidata. ¿Cómo está desarrollándose ese proceso de selección en medio de la situación que vive el país? ¿Qué incidencia está teniendo el presidente Peña Nieto en este proceso?
El presidente Peña Nieto tiene toda la fuerza para decidir quién será el candidato a partir de sus propios cálculos aunque el proceso se disimule como una convención de delegados. Para realizar esta definición tendrá que tomar en cuenta dos elementos: el primero consiste en saber cuál es el candidato que genera menos inconformidad interna, y el segundo cuál es el que tiene mayores posibilidades de ganar. Probablemente, estos dos aspectos no coincidan en la misma persona. José Antonio Meade – actual secretario de Hacienda – no es militante del PRI y, por ello, podría ser el mejor candidato para los no priístas (incluyendo a los simpatizantes del Partido Acción Nacional), que podrían estar dispuestos a emitir un voto útil en su favor para detener a Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, es el menos bien visto por los sectores tradicionales, que probablemente se identifican más con Miguel Osorio Chong –actual Secretario de Gobernación—, quien sin embargo difícilmente atraería el voto externo para ganar.
El PRI está desarrollando una campaña para eliminar todo el financiamiento público a los partidos políticos. Algunos ya la han tachado de demagógica. ¿Cómo la valora usted? ¿Cuáles serían las consecuencias de una política de ese tipo en el escenario electoral y para la democracia mexicana?
Es una posición efectivamente demagógica para responder al enojo ciudadano con el despilfarro de los partidos políticos. El PRI podría contar, como antaño, con el presupuesto gubernamental para sus gastos, dejando a la oposición en desventaja. Pero difícilmente dicha propuesta pasará en el Congreso. Lo que podría haber, en cambio, es una reducción al financiamiento público de, por ejemplo, el 50 %. Pero probablemente no ocurra antes de la elección presidencial.
El gobierno de Peña Nieto ha atravesado una serie de dificultades entre las que se pueden contar las protestas por el aumento del precio de la gasolina, las negociaciones con el presidente estadounidense Donald Trump, los asesinatos a periodistas por parte de bandas criminales, y las políticas de reconstrucción del país tras el sismo producido hace tan solo un mes. ¿Cuál es su valoración sobre su gobierno? ¿Cómo considera que ha afrontado su gobierno?
Más allá de cada caso específico, la valoración del desempeño gubernamental es en general negativa. Esto se refleja en la baja popularidad de Peña Nieto, salvo en lo que toca al sismo, si bien aún resta ver los trabajos de reconstrucción. Esta valoración negativa implica un costo electoral para el PRI. Es por ello que el partido se ha mantenido en el tercer lugar de las encuestas en los últimos meses.
Usted ha sido muy crítico de la corrupción que se registra en la escena política mexicana. ¿Cómo ha sido la situación en estos últimos años? ¿Este proceso atraviesa también a otros partidos políticos como el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Partido de Acción Nacional (PAN)? ¿Qué pasa con los nuevos partidos como Morena de Andrés Manuel López Obrador que se presenta como una alternativa a un sistema político que acusa de corrupto?
La corrupción es generalizada y alcanza a todos los partidos. Sin embargo, la gente puede distinguir niveles. El PRI ha incurrido en excesos, en varios casos de sus gobernadores pero también en el gobierno federal. Ha habido diversos caso como el de la emblemática «casa blanca» –una lujosa mansión adquirida por Peña Nieto—, el del socavón de Cuernavaca, la llamada «estafa maestra» – circulación de dinero a través de universidades públicas y empresas fantasma—, y los presuntos sobornos de la empresa Odebrecht a la campaña presidencial de 2012, lo que provocó la destitución del Fiscal Electoral, Santiago Nieto, que la investigaba de manera autónoma. En el PAN y el PRD también ha habido casos de corrupción pero menos escandalosos. Morena, siendo partido nuevo, ha mostrado algunos pocos casos de corrupción de proporciones menores, por lo que goza de una fama pública (compartida por importantes segmentos de electores) de ser un partido menos proclive a este tipo de prácticas.
José Antonio Crespo es doctor en Historia por la Universidad Iberoamericana. En la actualidad se desempeña como profesor e investigador en el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Es colaborador de diferentes periódicos y revistas, entre los que se destacan El Universal y Excelsior.