Opinión
septiembre 2019

¿Regreso a las armas? Las FARC y la paz en Colombia

Tres años después de la firma del Acuerdo de Paz, una pequeña fracción de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia se está armando nuevamente, se escinde del partido y anuncia su reorganización. ¿Es este el fin de la paz que tanto costó conseguir?

¿Regreso a las armas?  Las FARC y la paz en Colombia

No fue enteramente sorpresivo, pero un anuncio hecho a través de un vídeo de YouTube el 29 de agosto de 2019 dejó a Colombia en estado de shock. Tres años después de haberse arribado trabajosamente a un Acuerdo de Paz, una pequeña parte de las FARC se está armando nuevamente, se escinde del partido y anuncia la reorganización de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército Popular (FARC-EP).

Da una sensación de irrealidad, como un viaje en el tiempo: 16 hombres mayores y cuatro mujeres con botas de goma y ropa de camuflaje se han ubicado frente a una pancarta con retratos de Manuel Marulanda y Simón Bolívar. La atención se centra en los líderes históricos de las FARC, conocidos por sus alias, Iván Márquez y Jesús Santrich, quienes desempeñaron un papel fundamental en el proceso de paz que despertó controversias en la sociedad.

En el nuevo reto, los pesimistas ven ahora el comienzo de otra escalada de la espiral de violencia en el país, tal vez incluso en la región, pero en cualquier caso, el fin del proceso de paz aclamado en todo el mundo. Sin embargo, ¿no podría ser que este anuncio dé un nuevo impulso a la paz en el país? Eso depende de la respuesta del gobierno colombiano, pero también del entorno internacional.

Desde la firma del Acuerdo de Paz, las prioridades del gobierno han sido medidas de desarme, desmovilización y reintegración en el corto plazo. Los objetivos a largo plazo del Acuerdo de Paz, como la reforma agraria, el desarrollo rural y la presencia del Estado en zonas desatendidas, las garantías de seguridad para todos en el país o la reforma política del tratado, no eran una prioridad. Además, desde agosto de 2018, el gobierno del presidente Iván Duque ha luchado contra un pico histórico de la producción de cocaína. Dado que se opone a la destrucción y la sustitución, pronto volverá a rociar las zonas cultivadas con glifosato, algo muy temido por la población.

Los observadores nacionales e internacionales del proceso han advertido que el gobierno actual no toma la implementación de los tratados lo suficientemente en serio, los debilita financieramente y no garantiza la integridad física ni la seguridad jurídica de los miembros de las FARC. Desde la firma del tratado, por lo menos 150 miembros de las FARC y 350 activistas por la paz social y los derechos humanos han sido asesinados.

Pero ¿cuáles son las intenciones del grupo que ha vuelto a las armas? Su mensaje político, sus destinatarios y sus otras intenciones siguen siendo difusos. En un segundo vídeo, trató de definir mejor lo que quiere políticamente. Según Simón Bolívar, sería «mejor morir de pie en batalla que de rodillas» o ser «asesinado» en la calle. Los removilizados pretenden «luchar solo contra las corruptas elites políticas del país» y «presionar a las corporaciones internacionales». Al hacerlo, vuelven a uno de los problemas que habían atribulado a Colombia más que la paz durante el último año.

Los símbolos y el manifiesto del grupo que ha vuelto a las armas indican que se ve a sí mismo como un factor transfronterizo en el futuro. Sus antiguos enemigos del grupo guerrillero Ejército de Liberación Nacional (ELN) son declarados aliados. Ahora se sabe que el ELN actúa en dos países y controla las dos provincias del sur de Venezuela, un área rica en recursos mineros y del subsuelo conocida como Arco Minero. A fines de julio, Nicolás Maduro había dado la bienvenida a Venezuela a disidentes de la guerrilla colombiana. Venezuela fue, junto con Cuba y Noruega, garante de la paz en el proceso colombiano. Maduro también ofreció reanudar las negociaciones de inmediato.

Con la crisis política y la inestabilidad del país vecino, la combinación descrita anteriormente puede convertirse en una mezcla peligrosa para la región, con efectos devastadores en los países limítrofes. Además, la continua afluencia de jóvenes migrantes venezolanos al nuevo grupo armado proporciona los reclutas que aparentemente no logra tener hoy entre los colombianos.

El escenario negativo se concentra en la cuestión de la seguridad. Hasta el momento, el Estado colombiano no ha logrado consolidarse en la totalidad del país. La enorme desigualdad social, la discriminación y la pobreza continúan brindando potencial para alimentar el conflicto. Quienes declaraban su escepticismo con respecto al Acuerdo de Paz ahora ven confirmada su creencia de que el proceso era erróneo. El presidente reaccionó tarde. En su discurso, se refirió principalmente a la reacción militar del Estado, ofreció una recompensa y mencionó el proceso de paz solo al final: «Todos los colombianos quieren la paz».

También hubo silencio en el escenario internacional. Siempre ha quedado claro en Colombia que preservar la paz es la parte más difícil de la tarea. Sin embargo, la atención internacional se ha enfriado después del Acuerdo de Paz. Duele especialmente el silencio en el ámbito político regional. La Organización de Estados Americanos (OEA) no se ha pronunciado públicamente hasta ahora. El presidente de Estados Unidos respondió a las preguntas de la prensa demostrando su ignorancia en el tema. El silencio del poder mundial y los actores latinoamericanos es angustiante. El pueblo colombiano siente que lo han dejado solo. Colombia es el país con la mayor cantidad de migrantes venezolanos, carece de leyes de migración o asilo y no tiene estructuras estatales que puedan garantizar una integración exitosa.

El 27 de octubre de 2019 se celebran elecciones regionales en Colombia. Hasta ahora, la cuestión de la paz desempeñaba un papel secundario en la campaña electoral. En las zonas más afectadas por el conflicto, incluso se elude el tema. Allí ha habido pocos cambios para la vida cotidiana de la población desde que se sellara el Acuerdo de Paz, o bien las elites locales apuestan conscientemente a conservar su poder, en consenso con el gobierno nacional, que hasta el momento no ha apoyado públicamente todo el proceso de paz. En las ciudades no se puede descartar que los políticos escépticos frente al Acuerdo de Paz aprovechen la situación y salgan a la caza de votos criticando todo el proceso. Apuestan estratégicamente a profundizar aún más la polarización de la sociedad y el contexto actual es una buena oportunidad para desarrollar esta estrategia.

¿De dónde debería venir el optimismo ante estos escenarios? Por un lado, se debe demostrar si la oferta del grupo que ha vuelto a tomar las armas realmente es atractiva para los más de 13.000 desmovilizados. Por el momento, esto parece inimaginable. 91% de los desmovilizados viven dentro o fuera de las zonas de reintegración, acatan el acuerdo y tienen una vida civil y familiar.

El proceso integral de revisión del pasado con perspectiva histórica y jurídica ya ha comenzado. A pesar de las críticas del actual jefe de gobierno, la Jurisdicción Especial para la Paz ya comenzó a trabajar en los casos más difíciles. Los senadores, senadoras, diputados y diputadas del nuevo partido con la antigua abreviatura (Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, FARC) que ocupan escaños en el Congreso colombiano de acuerdo con el Acuerdo de Paz son muy activos en el Parlamento y defienden intereses de toda la sociedad, no solo como parte del Grupo Parlamentario por la Paz. Inmediatamente después del lanzamiento del vídeo, el partido se ha distanciado públicamente de quienes volvieron a las armas. 300 candidatos y candidatas del partido FARC se postulan para las elecciones regionales, en parte en alianzas con otros partidos. Podrían cuestionarse si no es hora ya de cambiar el nombre del partido. Innumerables personalidades de todos los círculos políticos de Colombia les han asegurado apoyo en los últimos días, entre ellos el presidente Duque.

300 candidatos y candidatas del partido FARC se postulan para las elecciones regionales, en parte en alianzas con otros partidos.

¿Cómo seguirá esto políticamente de ahora en más? Hay varias formas de escapar del shock. En el caso de Colombia, solo queda huir hacia adelante. El gobierno colombiano recibe exigencias en los ámbitos nacional e internacional. Debe comprometerse de manera convincente por una paz integral y duradera, y debe aceptar la ayuda y el asesoramiento internacional. Debe comprometerse a lograr una resolución pacífica de los conflictos democráticos en Venezuela y tratar de involucrarse en las negociaciones de ese país. Necesita apoyo financiero y organizativo internacional para desarrollar un enfoque viable para los desafíos de la migración (como el contrabando, el aumento de los actores armados, la sobrecarga de los deficientes sistemas de atención). Pero también debe demostrar que se preocupa por la difícil situación de su propia gente, luchando contra la pobreza, generando empleos, aumentando la seguridad en amplias regiones del país y creando un nuevo contrato social basado en el bien común colombiano. De lo contrario, el conflicto dispondrá de un combustible inagotable.

Los sectores moderados y movilizados por la paz tendrán que luchar juntos. Más allá del actual estado de shock, hay una energía positiva a favor de la paz que se mostró en diciembre durante las manifestaciones contra el intento de Duque de invalidar la Jurisdicción Especial para la Paz.

Esto lo demuestra, por ejemplo, el muy dinámico grupo interpartidario Defendamos la Paz, en el que numerosas figuras públicas de relieve se unieron para promover la paz. También se ve en las reacciones y críticas públicas dirigidas al más vehemente opositor al Acuerdo de Paz, el ex-presidente Álvaro Uribe. Las encuestas sobre valoración de su imagen nunca han mostrado cifras tan bajas como en los últimos días. A medida que los tiempos cambian en Colombia, es necesario encontrar rápidamente nuevas respuestas a viejos y conocidos problemas, si el país no quiere quedar atrapado en un constante retorno al pasado.


Traducción: Carlos Díaz Rocca

Fuente: https://www.ipg-journal.de/regionen/lateinamerika/artikel/detail/zurueck-zu-den-waffen-3696/



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