El financiamiento electoral en Estados Unidos es actualmente una de las grandes limitantes de la democracia y, pese a las restricciones legales, las corporaciones logran financiar a candidatos afines a sus intereses. No se trata solo de los republicanos: en 2008, Obama demostró ser un recaudador de fondos particularmente eficaz al reunir cerca de 750 millones de dólares provenientes de individuos y grupos contribuyentes. Aunque las encuestas muestran que la reforma política cuenta con el apoyo de la mayoría, los grupos de interés vienen ganando la partida.