Rusia también tuvo sus «indignados», que se movilizaron contra el fraude y la corrupción tras las elecciones de fines de 2011. En las protestas participaron diversas corrientes político-ideológicas –liberales, izquierdistas y nacionalistas– y estuvo ausente el Partido Comunista de la Federación de Rusia, que hoy forma parte de la oposición tolerada. Escrito por un académico que participó de ese movimiento, este artículo retrata los avances, las tensiones y los límites de esas jornadas que el gobierno descalificó como «protestas de la gente bien» y que, pese a su masividad, no lograron atraer a capas más amplias de trabajadores.