La destitución de Martín Vizcarra encendió la mecha de las protestas callejeras. Su sucesor, Manuel Merino, debió renunciar en medio de masivas movilizaciones, y un segundo presidente fue elegido por el Congreso en una semana. Pero detrás de esta crisis, se puede identificar un profundo divorcio entre la sociedad, sobre todo de las nuevas generaciones, y la dirigencia política.