Tema central
NUSO Nº 216 / Julio - Agosto 2008

Un balance necesario y algunas propuestas de cambio

Tras la crisis de principios de los 90 y la reforma económica posterior, Cuba ha logrado recuperar el crecimiento en un contexto de equilibrio fiscal, bajo desempleo y, por primera vez en mucho tiempo, superávit de la balanza de pagos. Esto es resultado del buen momento internacional y de la expansión de actividades intensivas en conocimiento, especialmente la exportación de servicios médicos a Venezuela. Pese a ello, persisten desafíos que es necesario enfrentar: el salario real deteriorado, el sistema de doble moneda y el estancamiento de la producción agrícola, que obliga a destinar recursos a las importaciones y eleva los precios de los alimentos, son algunos de los más importantes. Para enfrentarlos es necesario encarar una profunda reforma económica.

Un balance necesario y algunas propuestas de cambio

Los políticos, los cientistas sociales y los lectores en general –no solo en Cuba, sino en muchos foros académicos en el exterior y en distintas publicaciones– coinciden en que el bienestar alcanzado por los cubanos en los 80 fue afectado seriamente a partir de la crisis económica de los 90. Todos, aun los más escépticos, están de acuerdo en que ese deterioro se debió tanto a factores externos –como la desarticulación del sistema socialista mundial, la intensificación del bloqueo de Estados Unidos y la crisis económica que sufrieron los países subdesarrollados– como a factores internos –básicamente, las dificultades para aprovechar el potencial material y humano existente en el país–.

Hoy Cuba vive un proceso de recuperación de la economía. Sin embargo, algunos problemas siguen vigentes, como el alto coeficiente de importaciones derivado de las dificultades estructurales que Cuba ha tenido siempre, entre las que se destaca la elevada dependencia de la importación de alimentos, resultado de una política agraria poco adecuada. Las importaciones también son consecuencia –aunque en menor proporción– de los requerimientos de energía, de la necesidad de bienes intermedios para el proceso productivo y de los bajos niveles de eficiencia y productividad, tanto en la industria como en la agricultura.

Las reformas institucionales de mediados de los 90 permitieron que las fuentes de ingresos de la población se diversificaran. Tanto el creciente papel del mercado en la generación de ingresos como las estrategias diseñadas por la población se expresaron en una paulatina diferenciación social que aún se mantiene, a pesar de las medidas adoptadas en el marco de la llamada «Batalla de Ideas».

El tiempo transcurrido obliga a prestar la máxima atención a las desigualdades sociales generadas en este periodo. Aunque se intentó implementar los cambios económicos necesarios con el menor costo social posible, la contradicción entre el tiempo de los procesos y el tiempo humano se mantiene. Por lo tanto, para analizar la situación de la economía cubana es necesario tener en cuenta un conjunto de indicadores que nos permitan conocer el estado actual del país y también el grado de bienestar de sus habitantes, para luego intentar una aproximación a los retos del futuro. Esos son los objetivos de este artículo.

Evolución macroeconómica y productiva

La economía cubana ha mantenido un elevado ritmo de crecimiento entre 2001 y 2007, a un promedio de 7,5% a precios constantes de 1997, aunque con diferentes niveles dentro de este periodo, como muestra el gráfico 1: entre 2001 y 2003 el crecimiento fue de 2,9% anual, pero entre 2004 y 2007 promedió 9,3%. Este salto se explica tanto por la nueva metodología de cálculo del PIB como por la expansión de las exportaciones de servicios profesionales. Al analizar la estructura del PIB salta a la vista la tendencia a la reducción del peso relativo de la agricultura, la construcción y el transporte, y se destaca un incremento importante de los servicios, que en 2007 (ver gráfico 2) representaban 76% del PIB total. Esto refleja de forma coherente la prioridad que el Estado cubano ha otorgado en su estrategia de desarrollo a los programas sociales. El crecimiento se ha logrado manteniendo los equilibrios macroeconómicos alcanzados desde mediados de los 90. El déficit fiscal se encuentra en valores controlables (alrededor de 3,2% del PIB). De igual forma, la política monetaria ha posibilitado alcanzar uno de los objetivos principales –la estabilidad de la tasa de cambio de Cadeca–, a pesar de que la liquidez monetaria ha alcanzado niveles extraordinarios, superando los 22.000 millones de pesos en 2007.

Esta evolución se ha dado pese al impacto de fuertes sequías, violentos huracanes, sucesivas crisis de generación eléctrica y el recrudecimiento de las presiones de EEUU, a través de las restricciones a los viajes de los cubanos en el exterior, el recorte del envío de remesas y, más recientemente, las persecuciones a los activos financieros cubanos en el extranjero. En la actualidad, además, siguen manifestándose problemas estructurales de la economía cubana, tales como la escasez de divisas, las distorsiones del sistema de precios relativos derivadas del tipo de cambio oficial sobrevaluado y de la ausencia de convertibilidad, la dualidad monetaria, los mercados segmentados, el pobre desempeño de la industria azucarera, los problemas de la agricultura y la baja eficiencia de las empresas públicas, todos temas abordados en diferentes momentos por el presidente Raúl Castro.

Desde el punto de vista sectorial, se han obtenido resultados positivos en algunas áreas, como la extracción de petróleo y gas. De hecho, la producción de petróleo se ha incrementado seis veces desde 1990, mientras que la producción de gas, que hace quince años era despreciable, hoy supera el millón de metros cúbicos. Esto permite reducir el volumen de petróleo importado en un momento en que su precio internacional aumenta a un ritmo galopante, aunque el convenio petrolero con Venezuela contribuye a amortiguar esa espiral inflacionaria.

La producción de manufacturas ha venido disminuyendo de manera sistemática, a punto tal que en 2007 su participación en el PIB fue de apenas 12,3%. Sin embargo, el desempeño muestra fuertes diferencias según de qué producto se trate: el níquel, las bebidas y los licores y la elaboración de tabaco, entre otros, han aumentado. El principal desplome es el de la actividad azucarera. Las últimas zafras son 15% inferiores a las de principios de los 90: apenas un millón de toneladas en 2007. Esto es resultado de la falta de recursos para cubrir las necesidades básicas de la agroindustria azucarera, la falta de estímulos a los productores y la baja prioridad otorgada en los 90. Durante los últimos años, este sector vivió un proceso de descapitalización que tuvo repercusiones desfavorables en el rendimiento y la producción, lo cual derivó en una baja de las exportaciones y, por ende, en una disminución de los ingresos y los flujos de financiamiento que se obtienen por vía del azúcar. A esto se suma la decisión de cerrar la mitad de las fábricas de azúcar del país.

Más allá del caso puntual del azúcar, la evolución del sector y del mercado agropecuario en general merece precisiones por su importancia en el consumo de la población y, por ende, en su bienestar. En los últimos años, la agricultura ha continuado su declive. Su participación en el PIB fue de menos de 4,7% en 2007, resultado del ya mencionado desplome de la agricultura cañera, del decrecimiento sistemático de la rama pecuaria y del estancamiento de la agricultura no cañera. Los problemas organizativos e institucionales, además de la falta de recursos, han impactado en la evolución de estas áreas. Las reformas económicas de los 90 hicieron posible que una parte de las antiguas empresas estatales agrícolas se agruparan en Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC). Aunque eran algo más flexibles que el esquema de organización anterior, el entorno en el cual siguieron operando dificultó la generación de mayores rendimientos y desincentivó a los productores a incrementar su producción. Este entorno, altamente centralizado, gira alrededor de la empresa comercializadora Acopio y los precios que esta fija, en algunos casos por debajo del costo de producción. El gráfico 3 muestra que la producción de viandas (papa, boniato, yuca, plátano, etc.) y de hortalizas (tomate, col, lechuga, cebolla, etc.), parte fundamental en la dieta de los cubanos, ha ido descendiendo. Para colmo, justamente en momentos en que se registra un fuerte incremento de los precios de los alimentos a escala mundial. La rama pecuaria también se ha visto muy afectada por las caídas en los niveles de actividad, sobre todo en la ganadería vacuna. Esto es producto del cambio de tecnología, que antes era muy dependiente del alimento importado, de la reducción de los volúmenes de alimento para ganado proveniente de las zafras azucareras, de las sequías de las provincias orientales, así como del inadecuado manejo de los rebaños y del diseño poco eficiente de las estructuras organizativas de este sector. Las UBPC dedicadas a la ganadería no han mostrado resultados significativos. En general, el bajo desempeño del sector agropecuario gravita desfavorablemente en el frente fiscal y externo, ya que obliga a la importación creciente de grandes volúmenes de alimentos para alcanzar el nivel de consumo diario; en 2007, este fue de 3.287 kilocalorías y 89,9 gramos de proteína por habitante, cifras superiores a las de 1989.

El resultado es que, aunque Cuba ya superó la crisis de la primera mitad de los 90, mantiene un déficit en la disponibilidad de alimentos para el consumo. El estado nutricional de la población ha mejorado, pero es sintomático que aún exista un grupo de hogares pobres con ciertos niveles de desnutrición.

Los otros dos sectores que, además del agropecuario, han perdido peso dentro de la estructura del PIB son la construcción y el transporte. En cuanto a la construcción, en los últimos años rompió esa tendencia al expandirse: en 2006, por ejemplo, la construcción aumentó 37,7%, concentrada en las áreas del petróleo, electricidad, turismo y en los programas priorizados por el gobierno en el marco de la Batalla de Ideas, que incluyeron la reparación y la construcción de escuelas, hospitales y viviendas. Pero ya en 2007 la construcción decreció 9% por la falta de inversiones y la no correspondencia entre los recursos asignados y la capacidad para ejecutarlos.Se trata de un tema especialmente importante por la escasa disponibilidad de viviendas, que ya en 1989, antes del inicio de la crisis, constituía un problema por resolver. Aunque en los 70 y 80 se habían destinado cuantiosas inversiones a un fondo habitacional, la crisis de los 90 profundizó el deterioro. Luego se intentaron otros esfuerzos, pero las prioridades relacionadas con la necesidad de recuperación de las viviendas dañadas por los huracanes desviaron los recursos hacia otros objetivos. En 2006, el Estado lanzó un programa para la construcción de 100.000 viviendas, con énfasis en la construcción individual (no estatal), que sin embargo tiene muchas imperfecciones.

Respecto del transporte, su situación negativa influye en el bienestar de la población. El deterioro es consecuencia de la insuficiente formación de capital en el sector automotor. Por ello, en 2007 se anunció un programa de inversiones muy amplio que ha permitido la importación de ómnibus y otros medios de transporte desde China, por lo que se estima que en 2008 comenzarán a manifestarse algunos resultados favorables.

En síntesis, el PIB mantiene un elevado ritmo de crecimiento, pero este resulta insuficiente para alcanzar los niveles de bienestar anteriores al comienzo de la crisis. Esto se explica por la propia estructura de crecimiento, centrado en el sector servicios y con pobres desempeños en áreas claves como la agricultura, la construcción y el transporte. Se requieren, por lo tanto, nuevas acciones de política económica encaminadas a estimular las fuerzas reactivadoras internas y alcanzar un mayor dinamismo productivo, sin descuidar la estabilidad macroeconómica, para dar sustentabilidad a los avances alcanzados en materia de equidad social y servicios básicos.

Evolución del sector externo

La cuenta corriente de la balanza de pagos, históricamente deficitaria en Cuba, comenzó a ser superavitaria a partir de 2004, aunque con altibajos: en 2005, por ejemplo, superó los 140 millones de dólares. Aunque la reserva estadística no permite acceder a los datos más recientes de la balanza de pagos, el superávit de la balanza comercial de bienes y servicios alcanzado en 2007 indicaría un resultado positivo. Esto sería consecuencia del incremento de las exportaciones de servicios profesionales –en particular, de personal de la salud– y de las remesas, que todas las estimaciones calculan entre 900 y 1.000 millones de dólares anuales.

En este marco, Cuba ha recuperado su capacidad de importación, que crece a una tasa significativa. Sin embargo, estas importaciones aún no favorecen los bienes de capital (con la excepción de grupos electrógenos y otras necesidades de esa naturaleza). En general, las importaciones se concentran en los alimentos –muchos de los cuales podrían producirse en el país– y los bienes intermedios.

En cuanto a las exportaciones, aunque se han recuperado, su valor en 2007 todavía era 31% inferior al de 1989. Su composición ha variado. En los últimos tres años se han incrementado fuertemente las exportaciones de níquel gracias a un aumento de los precios y la producción. Además, crecieron las ventas externas de productos no tradicionales con alto valor agregado, como bienes biotecnológicos y farmacéuticos y equipos médicos avanzados de diagnóstico. En este aspecto, el futuro es promisorio: se reportan avances en la captación de nuevos mercados para estos productos y se cuenta con unos 200 registros sanitarios ya aprobados en 52 países. Esto ha generado un cambio cualitativo de trascendencia en la estructura de las exportaciones, pues el subsector de medicamentos ocupa hoy el segundo lugar detrás del níquel, mientras que el subsector azucarero ha sido relegado a puestos inferiores, a pesar de ser uno de los de mayor potencial productivo del país. Otro cambio importante en las exportaciones es el creciente peso del sector de servicios intensivos en conocimiento, sobre todo servicios médicos a Venezuela. Este sector es, desde 2004, el primer generador de ingresos de Cuba, y supera al turismo. Entre 1990 y 2007, los ingresos provenientes del turismo superaron los 25.000 millones de dólares, lo que evidencia un incremento exponencial respecto de 1990, cuando habían ascendido a solo 243 millones. En 2007, los ingresos por turismo fueron de 2.236 millones de dólares. Este aumento respondió a una estrategia destinada a expandir este sector, que incluyó un programa de desarrollo del turismo y cuantiosos recursos destinados a la construcción de infraestructuras, capacidades aeroportuarias y nuevas tecnologías en las ramas suministradoras del turismo y en las telecomunicaciones. La capacidad hotelera pasó de 12.900 a 45.000 habitaciones entre 1990 y 2007, la mitad de las cuales son administradas por compañías hoteleras internacionales. Entre 1990 y 2007, visitaron Cuba unos 24 millones de personas.

Pese a ello, el crecimiento del sector turismo se ha desacelerado en los últimos dos años debido a causas diversas: algunas de ellas tienen origen interno, como los altos precios, las dificultades en el funcionamiento de algunos hoteles, los problemas con el mantenimiento, la poca oferta de servicios extrahoteleros y la reevaluación en un 8% del peso convertible. Otras causas son de origen externo, como el menor crecimiento económico en los países emisores de turistas, las turbulencias financieras y la suba del precio del petróleo, que generó un aumento de los costos de transporte, sobre todo para los turistas europeos.

El cambio en la estructura de las exportaciones modificó los destinos de estas. El incremento del peso de la exportación de servicios intensivos en conocimiento y el aumento de las exportaciones de níquel han cambiado los socios comerciales de Cuba. Hoy, los más importantes son Venezuela, China y EEUU (por las compras de alimentos de Cuba), además de algunos países de Europa. Finalmente, la inversión extranjera se ha concentrado en sectores claves, como petróleo, níquel, telecomunicaciones y turismo. Incipientemente, crece la inversión cubana en el extranjero, fundamentalmente en algunos mercados asiáticos, como China, India y Malasia, en el sector biotecnológico. La inversión de Venezuela en la economía cubana también ha aumentado. El acceso al crédito aún es restringido, con la excepción de China y Venezuela, esta última en el marco de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), situación que responde no tanto a la capacidad de pago del país como a las presiones de EEUU.

Precios, remuneraciones y empleo

Luego de haberse registrado una deflación en el trienio 1999-2001, a partir de 2003 se ha producido una fuerte inflación, como evidencia el gráfico 5. Esta inflación en aumento se explica principalmente por la suba de precios de algunos productos del mercado regulado y del mercado agropecuario, el incremento de las tarifas eléctricas, de la gasolina y de ciertos productos, como los electrodomésticos y algunos alimentos y productos de aseo personal.

Los ingresos de la población constituyen una variable importante, ya que de ellos depende la demanda, y por lo tanto el consumo. La evolución del ingreso nominal muestra una tendencia al crecimiento, que se explica por los incrementos salariales a ciertos sectores que dependen del presupuesto estatal (presupuestados), además de la mejora de algunas actividades productivas y el ingreso de remesas, entre otros factores. En este contexto, el salario –que constituye la parte más importante de los ingresos de la mayoría de la población– ha mantenido un crecimiento sostenido en el tiempo en términos nominales, como muestra el gráfico 6. En 2007 alcanzó, en promedio, 408 pesos, el doble que en 1989. Sin embargo, ese incremento no logra superar el deterioro ocasionado por el incremento de los precios, tal como demuestra la evolución del salario real. Esto pone en serias dificultades a la mayoría de la población, que tiene el salario como principal fuente de ingresos. En 2005 se aplicó una reforma salarial para ajustar los salarios de acuerdo con la calificación, los títulos y los conocimientos de los trabajadores que dependen del presupuesto de Estado, sobre todo en los sectores de salud y educación. Poco después se estableció un incremento de las pensiones que reciben 1.468.641 ciudadanos englobados en la seguridad social, a lo que se sumaron los 257.030 núcleos familiares (476.500 personas) que comenzaron a recibir 50 pesos adicionales a través de la asistencia social. Además, el salario mínimo se elevó de 100 a 225 pesos. Estas medidas contribuyeron a aliviar la situación económica de una gran parte de los trabajadores cuyo salario depende del presupuesto, así como de los jubilados o pensionados. Sin embargo, el incremento de la liquidez monetaria sin una respuesta productiva adecuada y el aumento de las importaciones de bienes de consumo han provocado una nueva suba de precios, evidenciada en el índice de inflación de los últimos años. En este contexto, en general los ingresos personales resultan insuficientes para cubrir los gastos de las familias cubanas. Por eso, para incrementar el salario real es necesaria una mayor oferta de productos en pesos –la moneda en la cual se perciben los salarios– o una revaluación de esa moneda para acercarla al peso convertible. La dualidad monetaria existente y el hecho de que buena parte del consumo se produzca no en pesos nacionales sino en pesos convertibles, en un tipo de cambio muy elevado –se necesitan aproximadamente 25 pesos cubanos para comprar un peso convertible–, contribuyen a incrementar la desigualdad social. Hay que reconocer, por supuesto, que una parte del consumo de la población se ofrece en el mercado normado o regulado, en pesos cubanos y a precios bastantes bajos, aunque las cantidades disponibles son reducidas. Pero como la mayor parte de los productos se cotizan en pesos convertibles y los salarios se pagan en pesos cubanos, la brecha profundiza la desigualdad.

Las remesas que llegan desde el exterior han tendido a disminuir por las medidas del gobierno estadounidense. Aunque no puede establecerse con exactitud cuál es su monto total, pues llegan por diferentes vías, esta tendencia a la baja no parece excesiva si se toma como referencia el movimiento de las tiendas de recuperación de divisas (TRD), donde los cubanos pueden cambiar los dólares que reciben de remesas por pesos convertibles.

La tasa de desempleo se ha mantenido baja desde 2006, en alrededor de 1,8%, frente a 7,9% en 1995. Es necesario destacar que el incremento de puestos de trabajo en los últimos años se relaciona con la creación de nuevos empleos, sobre todo en el sector terciario, como parte de los nuevos programas sociales lanzados en el marco de la Batalla de Ideas. Pero si se mira, por ejemplo, la industria, es sintomático observar la reducción del número de ocupados, lo que revela la paralización de muchas actividades, la disminución de las inversiones industriales y la falta de recursos en divisas para la compra de los insumos necesarios para mejorar la capacidad instalada.

La política de empleo ha llevado en muchos casos al subempleo y ha generado con frecuencia una situación crítica que subyace a muchos problemas económicos: la desmotivación laboral. Esto se refleja en la vida cotidiana y en el hecho de que muchos profesionales que desempeñan puestos de acuerdo con su calificación necesiten una actividad extra que les garantice ingresos adicionales para suplir los bajos salarios. En muchos casos, profesionales calificados simplemente emigran hacia otros sectores que ofrecen mayores posibilidades de ingresos, aunque no puedan volcar allí sus conocimientos. En el peor de los escenarios, buscan alternativas de empleo en el exterior. Comportamiento fiscal

El presupuesto del Estado es la principal fuente de financiamiento corriente de la política social: se maneja en moneda nacional, se estructura de forma descentralizada y los gastos se determinan de acuerdo con las necesidades de cada territorio. El componente en divisas del presupuesto tiene, en cambio, una gestión más centralizada, lo cual responde a la escasez del recurso. El grado de centralización del presupuesto en divisas acota, en la práctica, la descentralización del financiamiento corriente en moneda nacional.

Los gastos corrientes del presupuesto se han incrementado durante los 90 a pesar de la crisis económica. Una parte importante de los aumentos se destinaron a las áreas que se consideraba generarían un mayor impacto social.

En este sentido, la política económica se ha caracterizado por su marcado acento social: entre sus principales objetivos se encuentran la decisión de mantener la gratuidad y la calidad en la educación y la salud, sostener el sistema de seguridad social y prestar protección a los ancianos y, en general, proteger a las personas afectadas por la desigualdad social. Hay que recordar que el modelo cubano ha buscado siempre la equidad. Para lograr este objetivo, los ingresos monetarios percibidos por la población –salarios, pensiones, etc.– han ocupado un lugar relativamente menor. En cambio, se ha otorgado una máxima prioridad al acceso gratuito a los servicios sociales, para lo cual su universalidad es esencial.

En este marco, los gastos en educación se han incrementado sostenidamente a lo largo del tiempo, en sintonía con las necesidades derivadas del crecimiento demográfico y las mejoras en la calidad. En el caso de la salud, los gastos también han aumentado, con el objetivo de mejorar los niveles generales y disminuir los efectos de la pérdida de la calidad del servicio resultado de la crisis, para lo cual se ha procurado rehabilitar instalaciones deterioradas como policlínicos, hospitales y farmacias.

Principales retos y acciones para el futuro

Los retos que enfrenta la economía cubana son múltiples y complejos. Para mantener el proyecto social y económico y seguir mejorando el bienestar de la población, la economía deberá superar importantes desafíos, ya que existen distorsiones y desequilibrios económicos y sociales que deben encararse en poco tiempo. Entre los principales retos, podemos mencionar los siguientes:

- Superar los factores internos que entorpecen el crecimiento económico. Uno de ellos es la restricción financiera de divisas que continúa siendo una de las causas directas del consumo insatisfecho.- La gestión de las empresas estatales debe mejorarse. Estas operan en un entorno que no la favorece, marcado por la formación de precios, el tipo de cambio, la autorización centralizada de sus compras y los mecanismos de planificación, regulación y control. Para superar las restricciones externas es necesario contar con empresas competitivas y eficientes. - La distorsión del modelo ingresos/consumo genera efectos negativos sobre la motivación del trabajo. Para superar este problema, es esencial otorgar coherencia a los sistemas de retribución de acuerdo con el tipo de trabajo y la formación del trabajador. -La reestructuración de la agroindustria azucarera no ha concluido y el sector se encuentra estancado. Enfrentar este desafío es esencial para el desarrollo.- No hay avances en el objetivo de la autosuficiencia alimentaria a través del perfeccionamiento del modelo de gestión agrícola. Por el contrario, el país se ve obligado a importar alimentos que podrían producirse internamente.- Persisten los problemas de descapitalización de la infraestructura y del equipamiento, lo cual exige una mayor prioridad en el corto plazo por los efectos acumulativos y el deterioro.- Es necesario cambiar radicalmente la base de la especialización productiva de la economía cubana: de una economía sustentada en la explotación de recursos naturales a otra apoyada en el uso intensivo del conocimiento. La existencia de potencialidades no garantiza por sí misma buenos resultados. Aunque el reto estratégico es crecer, dado que del crecimiento se derivan otros beneficios, es necesario construir nuevos resortes económicos para garantizar este crecimiento. Los sectores o actividades que han liderado la expansión en los años anteriores, como el turismo, actualmente muestran rendimientos decrecientes.- Deben acelerarse las medidas orientadas a recuperar la equidad social. A pesar de los avances de los últimos años, aún no se ha logrado garantizar un ingreso adecuado para la mayoría de las familias cubanas. Todavía existen sectores que no llegan a cubrir sus gastos con los ingresos formales que perciben, por lo que se ven obligados a recurrir a fuentes alternativas o a prescindir de un conjunto de bienes y servicios. En este contexto, es necesario señalar que una serie de indicadores sociales evidencian la posición de Cuba como un país adelantado, sobre todo en educación, salud y cultura. Sin embargo, en lo que respecta al acceso a otros bienes y servicios, como recreación, viajes, transporte y comunicaciones, Cuba se encuentra por debajo de países similares.- Las ventajas de la relación con Venezuela han sido sustanciales. Sin embargo, este vínculo abre una serie de potencialidades que podrían aprovecharse para desarrollar programas de reindustrialización, que por un lado complementen y sean funcionales a los sectores más dinámicos de la economía y, por otro, posibiliten la recuperación y el relanzamiento de sectores estratégicos por su impacto en la calidad de vida de la población y sus efectos sobre el sector externo.

Reflexiones necesarias

La reforma económica debería ser percibida como la primera de las transformaciones estructurales que requiere el país. En otras palabras, el problema económico de Cuba es que el sistema económico vigente no puede servir como punto de partida para el desarrollo. La economía cubana necesita con urgencia una profunda transformación estructural con énfasis en la descentralización. Es necesario incluir, en una estrategia de este tipo, el diseño de formas de propiedad no estatal, no solo en la agricultura sino también en el sector manufacturero y de servicios. El Estado debe reservarse un papel regulador y concentrar su energía en los sectores estratégicos.

Los 50 años de socialismo cubano demuestran, con algunas excepciones, que la recentralización y las políticas orientadas a alejar el mercado han provocado recesiones económicas y situaciones adversas. No es este el camino que se debería seguir en el futuro. El Estado debe pasar de un rol de administrador general a uno de regulador general, sin que por ello cambie el proyecto socialista al que han apostado los cubanos.

No cabe duda, y el tiempo será testigo, de que esta reforma del sistema económico debe abarcar el papel del mercado, la regulación estatal de las formas de propiedad y la organización empresarial. Como dice el economista cubano Pedro Monreal (2008), «en el caso de Cuba, una nueva reforma económica es una condición inicial obligada para poder avanzar posteriormente hacia los otros cambios estructurales que se requieren para el desarrollo».

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En este artículo
Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad 216, Julio - Agosto 2008, ISSN: 0251-3552


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