Este artículo forma parte del especial «Elecciones Colombia 2018: despolarización y desinformación» producido en alianza con democraciaAbierta.
DemocraciaAbierta: ¿Cuál es su percepción sobre el uso de temas como el
acuerdo de paz para crear agendas populistas que polarizan a la sociedad
colombiana?
Humberto de la Calle:
Como he dicho en los últimos días, yo creo que el acuerdo de paz está en
riesgo. Esto se debe, en parte, al enfoque oportunista y populista que le han
dado algunos, sumado a la lentitud y a los escándalos que rodean la
implementación.
Resulta difícil de
entender que la paz polarice. Pero sí hemos sido testigos de un uso oportunista
del acuerdo de paz, incluso desde la campaña del Plebiscito en Octubre del 2016.
Es muy preocupante que la paz se haya convertido en una herramienta que algunos
usan a su conveniencia, según sus cálculos electorales del momento.
Los defensores del NO
acudieron de forma mezquina al miedo y a la supuesta ideología de género para
entorpecer el acuerdo de paz. En estas elecciones algunos han moderado su
lenguaje, al pasar de su intención de hacerlo trizas a sugerir unas
modificaciones, mientras otros pasaron de decir que siempre estuvieron en
contra a apoyarlo de la noche a la mañana. El oportunismo frente a la paz es
todo, y hay candidatos que han cambiado de opinión frente al acuerdo de paz
como veletas, según el viento que esté soplando.
DA: ¿Qué efecto tiene la polarización en estas elecciones sobre los
partidos políticos tradicionales? ¿Los fortalece, los debilita?
HDC: Los partidos
políticos enfrentan grandes desafíos hoy. El principal reto es que los
ciudadanos han perdido la confianza en las instituciones democráticas. Basta
con ver la cantidad de candidatos que se lanzaron por firmas para estas
elecciones. La polarización es uno de los factores que ha contribuido al
debilitamiento de los partidos tradicionales. A esto le sumaría un personalismo
exacerbado y una facilidad enorme para transmitir noticias falsas, memes y
titulares engañosos que se riegan como pólvora y son tomados por ciertos por un
gran número de personas – esto, a su vez, aumenta la polarización y la
animadversión contra todo lo que sea visto como política tradicional. Es una
verdadera paradoja.
Lo anterior no le resta
importancia a un hecho que es innegable: los partidos le han fallado a los
ciudadanos. Las prácticas corruptas (o clientelistas en el mejor de los casos),
y la presión que los congresistas y otros políticos ejercen sobre el Ejecutivo
para recibir asignaciones presupuestales a cambio de su apoyo a iniciativas
legislativas, han perjudicado enormemente la percepción del ejercicio de la
política entre los ciudadanos del común.
Soy el primero en
reconocer que el mismo Partido Liberal enfrenta retos importantes y lo he dicho
en otras ocasiones: debemos renovar el partido para asegurarnos que quienes han
incurrido en corrupción no sigan manchando la bandera liberal y socavando la
confianza de los ciudadanos. Sin embargo, el escenario es más alentador de lo
que podría parecer: el Partido Liberal está unido en torno a mi candidatura y
tiene apoyo en todo el país. En las elecciones del Congreso el pasado 11 de
marzo fuimos la segunda fuerza electoral del país.
DA: ¿Estas elecciones están suponiendo un colapso del espacio central
(middle ground) en la política colombiana?
HDC: Sí ha habido una
exacerbación de los extremos de derecha y de izquierda en estas elecciones, que
se ha visto alimentada por discursos que apelan al miedo, al odio y al
populismo. Esto no es un fenómeno exclusivo de Colombia, sino de una creciente
ola en todo el mundo.
A pesar de la
polarización creciente, no creo que estemos ante un colapso del espacio
central. Por el contrario, es precisamente en el centro donde están las
alternativas para superar la radicalización y la polarización. Mi proyecto
político gira en torno a consolidar una propuesta política de centro, alejada
de los extremos, que nos permita superar el dilema de escoger entre dos
extremos y construir conjuntamente soluciones reales a los grandes retos del
país.
DA: ¿Cómo promueve desde su campaña agendas que no polarizan y
desinforman a la sociedad?
HDC: En las propuestas,
los debates, las entrevistas y los eventos de campaña he procurado hablar
siempre desde la racionalidad, la verdad y la experiencia. Nunca he acudido al
miedo o a la información falsa. Incluso he puesto temas sobre la mesa que no
son muy populares para una campaña, como la necesidad de hacer una reforma
tributaria.
Mi campaña se ha
destacado por ser la más limpia, la que no acude al juego sucio ni a seguidores
falsos en redes. Durante toda mi vida –en la Constituyente, en la OEA, en las
negociaciones de La Habana- he resuelto diferencias que parecían
irreconciliables y he encontrado soluciones a grandes problemas. Este es el
mismo espíritu que se respira en la campaña. Puedo decir que he hecho lo
contrario a polarizar, que es conciliar.
Ahora, es importante
recalcar que buscar una alternativa alejada de los extremos no significa no
asumir posiciones. Todo lo contrario: estar en el centro y, en mi caso
particular, en el centro liberal, significa asumir con toda vehemencia las
banderas de la no discriminación, alejado de los fanatismos y los odios. El
centro que yo promuevo es uno en el que la dignidad de la persona está en el
núcleo de la discusión y en el que la libertad económica y política son una
realidad.
Creo en un capitalismo
consciente, con responsabilidad social porque Colombia no puede seguir dándose
el lujo de pelearse el podio de los países más inequitativos del planeta. Se
trata de buscar una sociedad que se reconoce como múltiple, diversa y
pluralista, pero sobre todo inclusiva. En otras palabras, se trata de nivelar
la cancha para todos.
DA: ¿Cuál es el desafío
más importante de cara a estas elecciones para no destruir la democracia
colombiana?
HDC: En mi opinión, el
gran desafío para la democracia colombiana lo están poniendo las posiciones que
están en los extremos. Resulta muy preocupante el talante antidemocrático de
algunos de mis adversarios, cierto toque caudillista y algunas propuestas que
hemos oído en debates y entrevistas, y que francamente encuentro inconcebibles
en un país de una tradición democrática tan sólida como Colombia.
Lo más interesante es
que hay candidatos que están proponiendo frontalmente amenazar el orden
constitucional del país, con propuestas que, por ejemplo, apuntan hacia la
centralización del poder con mecanismos como la creación de una “supercorte”,
la reducción de escaños en el congreso o el desconocimiento de decisiones que
han tomado otros gobernantes legítimamente elegidos.
Lo paradójico es que estos son los candidatos que van punteando en las encuestas. Confieso que me cuesta trabajo entender el comportamiento del electorado, pero así como yo nunca he subestimado la capacidad de los colombianos de sobreponerse a la adversidad, tampoco subestimo la sensatez de mis compatriotas a la hora de ir a las urnas. Hay investigaciones que señalan que las elecciones se definen en las últimas dos semanas y creo firmemente que estamos ante la posibilidad de una gran sorpresa el próximo 27 de mayo.