Opinión
julio 2017

La alternativa municipalista

En un mundo atrapado entre la crisis neoliberal y el autoritarismo, el movimiento municipalista está demostrando que es una poderosa herramienta para construir alternativas emancipadoras.

<p>La alternativa municipalista</p>

Del 9 al 11 de junio alcaldes, concejales y activistas de más de 40 países se reunieron en Barcelona para celebrar la cumbre municipalista internacional Ciudades sin miedo. El evento reunió, por primera vez, a la red de plataformas municipalistas que, con relativamente poco estrépito, se ha ido expandiendo en todo el mundo a lo largo de los últimos años.

El movimiento municipalista se comne de un ecosistema de organizaciones que trabajan desde dentro y desde fuera de la política electoral a nivel local. Es un movimiento que se define tanto por cómo hace política como por cuáles son sus objetivos, y es esta insistencia en la necesidad de hacer las cosas de manera diferente lo que le da al municipalismo su fuerza excepcional en el contexto actual.

El municipalismo funciona a escala local. En una época en que proliferan los discursos xenófobos, que excluyen a las personas sobre la base de criterios nacionales o étnicos, el municipalismo construye formas alternativas de identidad colectiva y de ciudadanía basados en la residencia y la participación. El municipalismo es pragmático, y está basado en objetivos alcanzables: en un sistema neoliberal que nos dice que «no hay alternativa», el municipalismo demuestra que las cosas pueden hacerse de manera diferente a través de victorias pequeñas, pero concretas, como la remunicipalización de servicios básicos o la puesta en marcha de esquemas locales de identificación para inmigrantes indocumentados. El municipialismo nos permite recuperar la autonomía individual y colectiva: en respuesta a las exigencias ciudadanas de una democracia real, el municipalismo abre formas de participación que van más allá de votar, una vez cada pocos años.

El mapa municipalista global, hoy

El movimiento municipalista ha alcanzado ya importantes avances en algunas partes del mundo. Quizás una de las expresiones contemporáneas más profundas del municipalismo se encuentra en los movimientos kurdos en Oriente Medio. En el contexto más inhóspito de los conflictos y de la represión, los kurdos están construyendo modelos feministas, a base de modelos asamblearios de democracia sin Estado, sobre todo en la región autónoma del Kurdistán sirio, en el norte de Siria.

El municipalismo también está floreciendo en el sur de Europa. En España, las plataformas ciudadanas gobiernan la mayoría de las principales ciudades, entre ellas Barcelona y Madrid. Estas plataformas siguieron los pasos de las Candidaturas municipales de Unidad Popular (CUP), que obtuvieron una significativa representación en las elecciones locales de Cataluña de 2007 y 2011.

Las «ciudades del cambio» en España están revertiendo las medidas de austeridad, remunicipalizando los servicios básicos e integrando una perspectiva explícitamente feminista en las políticas públicas. Actuando en red, estas alcaldías están desempeñando también un papel importante en la oposición a la política del gobierno central en temas como la migración y la vivienda. En Italia, Cambiamo Messina dal Basso fue un ejemplo temprano de lo que se conoce como «neo-municipalismo», que asumió el poder en esa ciudad siciliana en 2013. En Nápoles, una coalición municipalista ha desarrollado maneras innovadoras de democratización de los bienes comunes urbanos y se opuso a los planes de desarrollo urbano del gobierno central bajo el liderazgo del alcalde Luigi Demagistris. Hay plataformas ciudadanas que tienen escaños en los ayuntamientos de Bolonia y Pisa, mientras que en otras ciudades, como Padua o Verona, las plataformas se postularon en las elecciones locales del 11 de junio.

En otros lugares, el municipalismo está siendo explorado como estrategia de futuro, en respuesta a los fracasos y límites de la política nacional. En Francia, por ejemplo, los activistas del movimiento Nuit Debout, que ocupó plazas de la ciudad en el año 2016, están considerando reproducir, para las elecciones locales de 2020, el camino municipalista emprendido por algunos de sus homólogos indignados en España. La alianza ciudadana izquierda-verde RCGE, que gobierna en Grenoble con el Alcalde Éric Piolle, junto a Autrement pour Saillans que gobierna en la pequeña ciudad de Saillans, podrían servir como fuentes potenciales de inspiración más próxima. A raíz de una elección presidencial, que ofreció la opción entre un candidato neoliberal y un candidato de extrema derecha, es el momento de demostrar que en Francia existen alternativas a nivel local.

Del igual modo, en los EE.UU., la victoria de Trump ha provocado entre los partidarios de Bernie Sanders la reflexión sobre el potencial de las ciudades como lugares de resistencia y transformación. Sanders mismo ha dicho que el siguiente paso para su movimiento es organizarse localmente y presentar candidatos para la administración local. El Partido de las Familias Trabajadoras, que apoyó a Sanders en 2016, está trabajando activamente para aprovechar la energía de su movimiento en las elecciones primarias locales y estatales. En los EE.UU., igual que en Francia, hay casos aislados de plataformas municipalistas - Richmond para Todos en California, y la Asamblea Popular en Jackson, Mississippi - que podría servir de modelo para un movimiento más amplio. En Hong Kong, el ayuntamiento se ha convertido en un sitio clave en la lucha entre el movimiento pro-democracia y el gobierno chino: los concejales electos de los partidps Demosisto y Youngspiration hacen frente a la represión y a la persecución del Estado por su papel en las protestas pro-democracia desde dentro y desde fuera del cámara del consejo municipal.

En Polonia, otro país gobernado por la derecha autoritario, se está gestando desde hace varios años un movimiento municipalista. El año 2011 se fundó el Congreso de Movimientos Urbanos, que reúne a diversas organizaciones que trabajan a nivel local. Numerosas plataformas ciudadanas del Congreso se pusieron en marcha en las elecciones locales de 2014, obteniendo escaños en seis ayuntamientos y en los consejos de distrito en Varsovia, y ganando la alcaldía en Gorzow Wielkopolski. Las elecciones municipales de 2018 podrían hacer avanzar más a este movimiento, en alianza con las ramas locales del partido nacional, Razem.

También en América Latina los movimientos municipales están ofreciendo destellos de esperanza en un contexto de estancamiento económico o de crisis a nivel nacional. En 2016, Áurea Carolina de Freitas de la plataforma ciudadana Cidade que queremos, obtuvo más votos que cualquier otro candidato al ayuntamiento de la ciudad de Belo Horizonte, Brasil, mientras que Jorge Sharp, un ex activista estudiantil, apoyado por una plataforma ciudadana, ganó la alcaldía de Valparaíso, la segunda ciudad de Chile. En Rosario, Argentina, Ciudad Futura se ha pasado más de diez años creando instituciones no gubernamentales fuera del ayuntamiento y lleva poco más de dos utilizando a sus tres concejales para impulsar el cambio desde dentro de la municipalidad.

¿Un nuevo espacio político?

Hasta ahora, las conexiones internacionales entre estos movimientos se han limitado principalmente a intercambios bilaterales sobre tácticas de organización o debates políticos. Pero la posibilidad de articular un nuevo espacio político entre estas diversas experiencias es tentadora. La respuesta a la invitación de Barcelona en comú a Ciudades sin miedo - a la que asistieron más de 700 participantes de más de 180 villas y ciudades de todo el mundo- sugiere que hoy existe ya la conciencia de una identidad común municipalista, y que los movimientos municipalistas quieren profundizar la colaboración a nivel global.

Esto es importante, porque la consolidación y expansión del municipalismo a nivel mundial podría facilitar la capacidad de cualquier plataforma individual de alcanzar sus objetivos a largo plazo. Después de todo, uno de los mayores límites del municipalismo es la dificultad que tiene para responder a las fuerzas e intereses que atraviesan las fronteras: a la especulación transnacional en los mercados urbanos de suelo y de vivienda, o a la amenaza de las multinacionales para la sostenibilidad económica y medioambiental local. Sólo una respuesta potente y en red será capaz de proporcionar un contrapeso al gobierno central y al poder corporativo en estos ámbitos vitales.

Corresponderá a los propios movimientos municipalistas el definir un plan para un internacionalismo para el siglo XXI. Un internacionalismo que vaya más allá de las estructuras burocráticas formales y aproveche las formas de trabajo que definen al municipalismo mismo: concreto y basado en objetivos alcanzables, feminista y colaborativo, radical y pragmático. Sólo de esta manera, a través de infinitos actos de valentía, a través de la fe en los efectos acumulativos de mil pequeñas victorias, podremos construir una alternativa global a un mundo en crisis.


Este artículo es producto de la alianza entre Nueva Sociedad y DemocraciaAbierta.

Fue publicado originalmente bajo el título «Crece un nuevo movimiento municipalista internacional»

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