Entrevista de Anja Papenfuß.
El
15 de marzo de 2017 habrá elecciones parlamentarias en los Países
Bajos. En las encuestas, el Partido por la Libertad, un partido
populista de derecha liderado por Geert Wilders, va primero con un
20% y podría convertirse en la primera fuerza política. Esto
equivaldría a un terremoto político. ¿Cómo puede explicarse?
Tendremos
que esperar, los resultados de las encuestas cambian día a día. Los
análisis muestran que el 60 por ciento de los votantes siguen sin
decidirse. Pero en las encuestas más recientes, el Partido por la
Libertad (PVV) de Geert Wilders está retrocediendo. En muchas
encuestas, el PVV ha perdido la delantera y ha sido superado por el
VDD, el partido liberal-conservador del primer ministro Mark Rutte.
El
reciente escándalo diplomático entre La Haya y Ankara por la
participación de ministros del partido oficialista en la campaña
electoral es un nuevo factor que debe ser tomado en cuenta. De lo que
se trata, en el fondo, es de la doble ciudadanía turca y neerlandesa
de los inmigrantes turcos. ¿Están estos últimos más cerca del
referéndum constitucional del presidente Recep Tayyip Erdoğan o de
las elecciones en los Países Bajos? Resta ver cuáles serán las
consecuencias de este escándalo en los resultados de las elecciones.
¿Sacará provecho Geert Wilders de este ejemplo de integración
fallida o lo hará el partido pro Erdoğan de los inmigrantes
turco-neerlandeses (DENK)? ¿O será premiado Mark Rutte por su
coraje contra el «tirano» turco?
En
mi opinión, el PVV no será ni primera fuerza ni partido de
gobierno. En este sentido, no habrá ningún terremoto político. Los
Países Bajos, que han sido siempre una sociedad liberal, abierta al
mundo y progresista, se salvarán por poco de la vergüenza o el
escándalo nacional de que un grotesco partido populista de derecha
se convierta en el mayor partido del país. Es que el PVV es un
partido que polariza de manera agresiva a la sociedad neerlandesa,
desprecia el Estado de derecho y sigue un programa hostil al Islam.
No habrá ninguna noticia urgente ni breaking news sobre las
elecciones en los Países Bajos. Decepcionaremos a la prensa
internacional que informa sobre las elecciones y espera una segunda
historia a lo Donald Trump.
La
buena noticia es que el tsunami populista de derecha contrario al
establishment de la posguerra —empezando por el Brexit, siguiendo
por el triunfo electoral de Trump, una victoria de Geert Wilders y
Marine Le Pen hasta un posible éxito arrollador de la AfD en
Alemania— será detenido en los Países Bajos.
El
hecho de que el PVV esté retrocediendo en las encuestas se debe
quizá también a que si bien muchos votantes desean bajarle el
pulgar al establishment, la mayoría de ellos no ve con buenos ojos
que Geert Wilders gobierne el país. Otro motivo es el «efecto
Trump». Al principio, el gobierno de Trump parecía impulsar la
«primavera patriótica» del populismo de derecha. Pero cuanto más
se sabe acerca del ruidoso y caótico estilo de gobierno y de
política del nuevo hombre fuerte de la Casa Blanca, menos referencia
hace Geert Wilders a Trump como esperanza de una rebelión mundial
del populismo nacionalista.
¿No
tiene Wilders ninguna chance, en su opinión, de llegar al poder?
No.
El partido de Wilders no será ni primera fuerza ni parte del
gobierno. El motivo fundamental es que los partidos tradicionales han
tendido en torno a él un «cordón sanitario». Han anunciado que no
formarán ninguna coalición con el PVV. Por lo tanto, como no hay
perspectiva de poder, no se convertirá tampoco en la primera fuerza.
Además, la radical postura de Wilders a favor del «Nexit», o sea,
el abandono de la Unión Europea por parte de los Países Bajos, no
cuenta con el respaldo de la mayoría de los votantes. Ni siquiera de
la de sus propios votantes, que lo votan por su política contraria
al Islam y a la inmigración, pero no por su postura con respecto a
la UE.
¿La
dispersión de los partidos de centro no contribuye también al éxito
de Wilders?
Los
Países Bajos parecen ser, en este punto, los precursores. El sistema
de partidos de la posguerra está colapsando en su totalidad. Los
clásicos partidos populares, los demócratas cristianos y los
socialdemócratas, están colapsando. Hay entre seis y ocho partidos
medianos que se quedan, como máximo, con un doce por ciento de los
votos cada uno, aproximadamente. Esto es también consecuencia del
sistema electoral proporcional de los Países Bajos.
En
una sociedad postradicional e individualista, cada neerlandés o
neerlandesa parece querer fundar su propio partido. Si esto no
ocurre, entonces se eligen partidos que apuntan a la identidad de los
votantes, o sea, partidos que hacen política solo y exclusivamente
para gente como uno. Esto afecta a los viejos partidos neerlandeses,
que quieren unir a la gente bajo un mismo y amplio techo. Es así que
en los países Bajos tenemos partidos exclusivamente para académicos
(GroenLinks y D66), un partido para las personas mayores (50Plus), un
partido para los inmigrantes turco-neerlandeses (DENK) e incluso un
partido por los animales (Pvdd). Aquí puede verse la misma
fragmentación que en la burbuja de las redes sociales.
¿Cuáles
fueron los temas preponderantes en la campaña electoral?
Fueron
básicamente el tema de la identidad neerlandesa en un mundo
globalizado, dentro de Europa y como país de inmigración, la edad
mínima para jubilarse (¿volver a los 65?), la reforma del sistema
de salud, la política de refugiados y la integración.
Los
socialdemócratas del PvdA se ubican según las encuestas en el 8%,
una pérdida del 17% con respecto a las últimas elecciones, en 2012.
¿Cómo puede explicarse esta caída? ¿Recuperarán ese terreno?
El
PvdA parece ser la víctima de una combinación de efecto «Gran
Coalición» y una especie de efecto «Agenda 2010». Al igual que el
SPD, el PvdA fue en los últimos años un socio menor dentro de una
Gran Coalición con sus adversarios políticos, los
liberal-conservadores del VVD. Esto ha hecho impopulares a los
socialdemócratas entre sus propios votantes tradicionales. El
politología se dice que en una Gran Coalición el partido más
pequeño, el «socio menor», paga un alto precio. Ejemplos de ello
son el FDP en Alemania o los Liberal Demócratas en Gran Bretaña.
Por el contrario, el partido de los cancilleres o los primeros
ministros no pierde nada, sino que tiene la ventaja de ser el partido
del primer mandatario.
Un
motivo mucho más importante para la pérdida de votos ha sido que
esta coalición VVD/PvdA impuso, debido a la crisis del euro, una
política de austeridad que tuvo como consecuencia un duro programa
de ahorro en el ámbito del Estado de bienestar: reforma del sistema
de salud, reforma del sistema de jubilaciones y reforma hipotecaria.
Estas medidas tuvieron un alto costo para el PvdA en términos de
crédito político, bajo el lema «Los bancos fueron salvados, y los
jubilados, abandonados a su suerte».
Esta
combinación de una coalición impopular y la percepción de
«regresión social» ha provocado la caída del PvdA en las
encuestas. La reacción fue un llamado a elecciones dentro del
partido, en las que los afiliados pudieron elegir a la cúpula
partidaria. El resultado fue que el presidente del partido, Diederik
Samsom, que era a su vez jefe de la bancada, perdió las elecciones y
fue reemplazado por Lodewijk Asscher. Este último tenía la
desventaja de ser viceprimer ministro, como el vicecanciller Sigmar
Gabriel en Alemania. O sea que no se trata realmente de alguien nuevo
que pueda ir a la caza de votos con nuevos bríos y una alta dosis de
autocrítica, como sí es el caso de Martin Schulz en Alemania. No ha
habido ni hay un efecto Martin Schulz en la contienda electoral de
los Países Bajos. Quizás haya en los próximos días un efecto
Lodewijk Asscher. No hay que descartarlo.
http://www.ipg-journal.de/interviews/artikel/holla...
Traducción: Carlos Díaz Rocca