Sin lugar a
dudas, los incendios que han afectado a la zona centro-sur de Chile han sido demoledores. La desolación de muchas familias que
perdieron a sus seres queridos, sus pertenencias y el conjunto de
elementos que configuran su forma de vida hizo de este desastre
uno de los peores en años. Junto con ello, se ha producido
una fuerte crítica desde la sociedad chilena hacia las instituciones
que se relacionan con la gestión de catástrofes, con el argumento de una
reacción tardía y poco eficaz de parte de los servicios públicos.
Además de
la acción devastadora del fuego en bosques y poblados, la política
chilena también se ha incendiado. Pero no en el sentido del ímpetu,
la fortaleza, la lucha y la pasión, sino en la forma de expresión más ruin
y demoledora. Voces flamígeras, ascuas y la hoguera como forma de
asfixiar al adversario político.
El ex-presidente Sebastián Piñera, con formas retorcidas y deshonestas,
ha buscado una ganancia mezquina intentando sacar réditos políticos con afanes electorales, al convocar en medio de la catástrofe, vía Twitter, a una institución inexistente en el orden institucional
chileno: los #AlcaldesUnidosXLaEmergencia. Todo esto, con el objetivo
de aparentar que coordinaba la ayuda de las zonas afectadas y enrostrar al
gobierno su incapacidad de aunar fuerzas para combatir el
fuego y detener la destrucción de pueblos amenazados día y noche
por los incendios.
Con esto,
Piñera muestra una vez más cuáles son los límites éticos de su
accionar en política. Cuando se esperaba una reacción republicana
sin mezquindades de todos los referentes públicos y de opinión, el
ex-presidente y candidato de la derecha chilena sacó a relucir su
ansiedad por aparecer como el "salvador” y, en vez de ayudar,
generó incomodidad y desconcierto. Y no solo en el oficialismo,
también en amplios sectores de su coalición. Tal como un
inversionista en la Bolsa, apostó por aparecer y ser el más popular
con su tuit, mostrarse como el líder político de la gestión de
catástrofes, aquel de la chaqueta roja, que logró sacar a los 33
mineros con un gran show mediático, pero a la vez, dejando de lado
el interés por el país, los afectados y por gestionar de la mejor
forma la catástrofe.
Piñera y la
derecha incendiaron el mito del país solidario con cada frase que
buscó obtener ganancias de la desgracia. La posverdad como arma de
guerra fue usada para generar confusión, en una situación en la que el
país necesitaba unidad. De forma deliberada, Piñera, su Fundación
Avanza Chile y parte de la coalición de derecha Chile Vamos
intentaron levantar la figura del ex-presidente con acciones
concertadas y planificadas. Incluso, para finalizar la lamentable
performance, hace unos días ofrecieron una tregua al gobierno.
¿Acaso el país estaba en guerra?
Esta
situación es solo un botón de muestra de la crisis ética en el
comportamiento de algunos actores en política. Como resultado de ello, se
continúan minando las confianzas y se reemplazan por una constante
sensación de sospecha, malestar y aumento de comentarios cretinos,
mezquinos y profundamente irresponsables en redes sociales. La
pérdida del espíritu republicano y la adopción de una ética
bursátil de la oportunidad hacen que la derecha esté más
atenta a las cámaras que al interés general. ¿Será
posible gobernar un país así? Quizás si pero, claro está, su
mezquindad puede llevar a Chile a agudizar esta sensación de crisis
y no a solucionar los problemas de verdad, sino solo aquellos cuyo impacto sea medible por rating, menciones en redes sociales y
apariciones en la prensa.
Fuente de la foto: https://www.flickr.com/photos/segegobchile/1293427...