Opinión
diciembre 2016

Doing Business debería dejar de promover la competencia impositiva

Una carrera a la baja en la tributación corporativa no hará más que perjudicar a los más necesitados y a los países pobres.

<p>Doing Business debería dejar de promover la competencia impositiva</p>

El Grupo del Banco Mundial acaba de dar a conocer Doing Business 2017: Equal Opportunity for All (Doing Business 2017: igualdad de oportunidades para todos), la última versión de su informe insignia. Según el Banco, el informe anual es una de las publicaciones sobre políticas más influyente del mundo, ya que alienta a los países a reducir la carga regulatoria sobre el sector privado. Pero existe un defecto importante en la fórmula del informe: la manera en que aborda la tributación corporativa.

Los informes Doing Business evalúan 11 áreas de regulación empresarial en 190 países, en base a datos sobre cargas de cumplimiento recopilados por PricewaterhouseCoopers (PwC). El banco luego formula una calificación general que supuestamente refleja la facilidad de realizar actividades comerciales y califica a los países según esa puntuación. Cuanto más baja la carga regulatoria sobre las empresas, más alta la calificación de un país.

El problema es que la «carga regulatoria», según Doing Business, incluye el cobro de impuestos que son necesarios para financiar la infraestructura pública y los servicios sociales básicos –ambos críticos para mejorar el crecimiento y el empleo–. Hasta el informe reconoce que, en la mayoría de las economías, los impuestos son la principal fuente de ingresos gubernamentales necesarios para financiar «proyectos relacionados con la atención médica, la educación, el transporte público y los beneficios por desempleo, entre otros».

Además de promover entre países la competencia impositiva que tensa el presupuesto, Doing Business exagera la carga impositiva sobre las empresas. Para empezar, considera todos los tipos de impuestos que las empresas deberían pagar y no sólo el impuesto a la renta corporativa.

Específicamente, las estimaciones del informe para la «tasa impositiva total como proporción de las ganancias» incluye impuestos para seguro médico y pensiones de los empleados; propiedad y transferencias de propiedad; dividendos, ganancias de capital y transacciones financieras; y servicios públicos como recolección de residuos e infraestructura. Esos son impuestos que deberían categorizarse como contribuciones sociales o cargos por servicios.

Al aumentar más las estimaciones, Doing Business no mide solamente los pagos de impuestos esperados. Considera que el costo (en tiempo de personal) de actividades como declarar impuestos, presentar reclamaciones y, a partir de este año, iniciar procesos post-declaración, son parte de la carga impositiva sobre las empresas.

En realidad, los pagos de impuestos corporativos, como un porcentaje de las ganancias brutas, son bastante bajos. Según los propios datos de Doing Business, el promedio mundial asciende a apenas el 16% –la Unión Europea registra un 13%, Estados Unidos un 19% y América Latina, Asia y África un 16%–.

Pero inclusive esas cifras probablemente sean demasiado elevadas, debido a otra realidad que Doing Business pasa por alto: el fraude y la evasión impositiva. Más allá de cuál pudiera ser la tasa del impuesto corporativo oficial de un país, la realidad es que pocas empresas efectivamente pagan el monto completo.

De hecho, mientras un pequeño fabricante para el mercado doméstico podría adherir a la tasa oficial, las grandes empresas domésticas y multinacionales que responden por la mayor parte de la producción y de las exportaciones a nivel mundial están bien posicionadas para sacar ventaja de esquemas de evasión impositiva. Y, por lo general, no dudan en hacerlo.

La OCDE ha estimado que la evasión impositiva por parte de las multinacionales promedia los 200.000 millones de dólares por año –una cifra que supera con creces la asistencia total para el desarrollo internacional–. La propia PwC está en una buena posición para informar al Banco sobre esta cuestión. Como reveló el famoso «Lux Leaks» de 2014, entre 2002 y 2010, la firma asistió a sus clientes multinacionales en la obtención de por lo menos 548 fallos tributarios en Luxemburgo, lo que les permitió evadir el impuesto sobre la renta corporativa a nivel global. Todo esto coloca a las empresas locales más pequeñas en una desventaja competitiva sustancial.

Quizás esto suene como un argumento para ajustar el indicador de «pago de impuestos» de Doing Business. Pero lo que realmente hace falta es que Doing Businessdirectamente elimine ese indicador, porque la presunción que lo sustenta –que la baja tributación corporativa promueve el crecimiento– no resiste un escrutinio. La investigación realizada por el Fondo Monetario Internacional y otros indica que la competencia impositiva no promueve la inversión productiva a nivel mundial.

Al suponer lo contrario, Doing Business aparece plagado de contradicciones. Reconoce que «una mayor desigualdad de ingresos está asociada con una base impositiva menor y, por lo tanto, con una recaudación impositiva más baja». Sin embargo, promueve otorgarles a las empresas un respiro impositivo, minando así la recaudación impositiva de una manera que, al promover potencialmente la desigualdad, podría intensificar ese impacto.

El informe elogia a países como República Dominicana, Guatemala, Perú, Portugal, Senegal, Tayikistán y Uzbekistán, por reducir sus tasas de impuestos sobre la renta corporativa, y a la vez critica a Grecia por aumentarlo –ignorando la necesidad de ingresos gubernamentales e inversión pública en esos países–. También respalda una menor protección laboral e ignora las externalidades ambientales aplicando posturas que contradicen los propios compromisos del Banco.

El informe Doing Business de este año hizo algunos cambios positivos, al sumar indicadores para las mujeres en las empresas y en la contratación pública. Pero, cuando se trata del indicador de pago de impuestos, el informe se equivoca de cabo a rabo. De hecho, va contra el consenso global sobre la necesidad de una cooperación internacional efectiva para asegurar una recaudación equitativa de ingresos tributarios, incluidas medidas para limitar la evasión impositiva por parte de las multinacionales y otras firmas privadas.

Una carrera a la baja en la tributación corporativa no hará más que perjudicar a los más necesitados y a los países pobres. Si Doing Business ha de rendir tributo a su propio eslogan («igualdad de oportunidades para todos»), debería descartar por completo el indicador de impuesto.


Fuente: Project Syndicate



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